73. Resiliencia
Los días transcurren sin sobresaltos mientras la añoranza se le acumula en las entrañas. Cada vez le cuesta más regresar a casa por las noches, pero no puede abandonarlos a su suerte. Su familia lo necesita. No puede evitar que acudan a su memoria los momentos felices que vivieron juntos. Aunque duelan, le infunden valor para atravesar el umbral. Avanza con sigilo por el pasillo en penumbra. Habitación por habitación. Se asegura de que todo esté en orden. Si su mujer ha dejado atrás su llanto desconsolado y si sus hijos han superado los terrores nocturnos que les angustiaban desde su marcha. Todos duermen. Acaricia sus cabellos levemente y besa sus mejillas con ternura. Les echa tanto de menos que daría lo que fuera por cambiar las cosas. Pero no tiene elección. Su peor pesadilla es que puedan olvidarse de él por no permanecer a su lado. Por eso siempre se le estremece el corazón cuando comprueba que persiste su reflejo ausente en el azogue y, tras de sí, una estela de cenizas.
No queda más remedio que adaptarse a lo que nos toca, aunque sea a la ausencia de los seres más queridos, invluso a su terrorífica presencia fantasmal.
Un relato que transmite muy bien esa mezcla de temor y amor a los suyos por parte del protagonista, la difícil dicotomía en la que ha de subsistir, junto con un cierto remordimiento por no estar juntos, por seguir vivo.
Un abrazo y suerte, Pilar
La responsabilidad que siente por su familia va más allá de la muerte. Sueña con poder revertir su situación si cuida bien de ellos, si es inolvidable. Muchísimas gracias, Ángel, por tu comentario. Besos.
Pilar, sabemos lo dura que resulta la muerte de un ser querido para quien se queda. Pero ignoramos si nuestra alma (espíritu, esencia…) permanece durante un tiempo junto a los nuestros. De ser así, seguro que actuaríamos y sentiríamos como tu protagonista.
Un abrazo y suerte.
Mil gracias, Rosalía, por tus palabras. Besos.
Vivir la ausencia es muy duro pero es la única forma de que los ausentes permanezcan. Un abrazo y suerte!
Es difícil sobrellevar la ausencia, tanto para el que se va como para el que se queda. Cuesta aceptar la situación, sobre todo si la ausencia es inesperada. Muchísimas gracias, Mª Paz. Besos.