46. Retrasos (Alberto Jesús Vargas)
El Predictor marcaba las dos rayas. ¡Por fin! Ya estaban a punto de perder toda esperanza. Llevaban mucho tiempo intentándolo. ¡Menuda alegría le iba a dar a su marido! Él lo deseaba casi tanto como ella, por eso no había querido decirle nada, para sorprenderle si el embarazo se confirmaba. Aunque ella en principio no estaba de acuerdo, aceptó que no acudirían a los médicos. Ni culpa tuya ni mía. Si no puede ser, no puede ser. Voluntad de Dios. Ahora tocaba abrir juntos la botella de cava que tenían reservada para la ocasión. Ella, naturalmente, sólo se mojaría los labios. Debía empezar a cuidarse. Por suerte, le daba tiempo de improvisar una cenita especial. Él había llamado para avisar que se retrasaba un poco. Lo que no explicó fue el verdadero motivo. Quería pasar por la clínica a recoger personalmente el resultado de la prueba que en secreto se había hecho y que iba a confirmarle su absoluta esterilidad.
Ay madre, Alberto, la que has liado! Según se desarrolla el micro y conociéndote, yo no me esperaba un final feliz pero más bien habría apostado a que el marido volvía a casa con los papeles del divorcio o algo así, lo que no me esperaba era ese giro sorpresa que desvela de golpe toda una historia paralela que, hábilmente, dejas a la imaginación del lector.
Bravo!
Sí, Ana María, no suelen gustarme los finales felices. Y es lo que yo digo, si quisiera dejar un dulce sabor de boca me habría hecho pastelero y no microrrelatista je je. Gracias por tu amable. comentario.
Pues nada Alberto, el conflicto está servido y a ver qué sucede ahora que nos dejas en ascuas. Él guardaba un secreto pero y ella?? Madre mía la que ha liado el pollito. Bravo, abrazos y suerte
Así es, Manuel, aquí se avecina una buena e inesperada tormenta. Eso tiene andar con mentiras. Gracias por tu lectura y por tu comentario. Un abrazo.
Está claro que en este caso ha primado la voluntad de Dios, jajaja. Quién iba a pensar que él, precisamente, iba a acabar acudiendo a los médicos. Muy bueno y divertido, Alberto. Mucha suerte con él y un abrazo.
Pues sí, Enrique, si el marido no quería que los médicos indagasen seguramente sería porque algo se temía. Un día que prometía ser feliz va a resultar catrastrófico. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Para hacernos una idea de la realidad completa hay que disponer de todos los datos, más vale que lleguen tarde, a que no lo hagan nunca, aunque el orden en que se conocen también tiene importancia.
Error médico, milagro, u otra cosa, ahí quedan tres posibilidades para la imaginación del lector, aunque siendo como somos y conociendo al género humano, creo que la mayoría nos inclinamos por la «otra cosa» como opción más probable en la escala de acontecimientos de esta pareja, o tal vez trío de personajes. Ya estamos visualizando las discusiones, juramentos e intentos de aclaración. Vaya usted a saber cómo terminará el relato posterior que seguirá al tuyo y aún no está escrito.
Un relato que, no por tener un sesgo divertido, deja de ser compatible con el drama que se respira al final.
Un abrazo y suerte, Alberto
La verdad, Ángel, es que se no sé si puede parecer que he metido con calzador este relato dentro del eígrafe propuesto. Aquí hay un embarazo que llega cuando ya casi se había perdido toda esperanza de conseguirlo y no lo hace precisamente para traer la alegría a esa casa, de ahí el sentido irónico que he querido darle al «más vale tarde que nunca» que es un casi, «más hubiera valido nunca que tan tarde». Gracias, como siempre, por tu magnífico comentario. Un abrazo.
Me encanta…es sencillamente genisl
Y tu, María Jesús, eres muy amable por dejarme una opinión tan generosa. Muchas gracias!!!
Buen relato que engancha, y nos dejas que resolvamos y continuemos la historia. Suerte con él, y un abrazo, Alberto.