84. Rosa Blanca
“Nos vemos pronto”. Esto decía la nota que encontró deslizada en la ventana de su habitación. En el alféizar había una rosa blanca hermosa, floribunda descubriría más tarde que era como se le llamaba a las de su tipo. Sabía de quién era el regalo como sabía que la misiva decía la verdad.
En ese entonces eran jóvenes pero estaban profundamente enamorados. En realidad, ella había caído primero, pero lo quería con tanta fuerza que básicamente había obligado al universo a inclinar el corazón del muchacho a su favor. Pícaro como era, tenía la maña de sorprenderla con gestos como este. El mensaje era claro, ni su padre ni nada iban a detenerlo de verla y se lo estaba asegurando.
Aquellos días habían quedado atrás hace mucho, pero la emoción por volver a verlo persistía inmutable. No sabía nada de él desde que había partido, meses antes.
Como cada mañana fue hasta el buzón, lo abrió y esta vez encontró dentro una carta. Con el corazón en la boca y conteniendo el aliento bajó la cabeza, abrirla era muy difícil. Junto a sus pies, desapercibida hasta ahora, una rosa blanca. Rió aliviada. Ya sabía qué encontraría en la carta.