57. ROSA MARICÓN RAMÓN (Belén Sáenz)
Los tíos corren delante de los grises y huyen de toda mezcla de rojo más blanco. Primer mandamiento: Ni siquiera mencionan el color tabú. Nada de lacostes fucsias anudados a la cintura. Fuera la piruleta de fresa porque tiñe peligrosamente la lengua. Guerra a las gambas con salsa rosa (¡salsa coctel!). Y esquivan la atadura de los labios de una chica desnudos de carmín, decía mi amigo.
Oponía a mis reproches y burlas el embiste de sus ojos mansos. Yo quería que se acogiera a mi ejemplo, que dejara atrás la camaradería mal entendida. Insistí hasta el día en que me subió la manga y me enfrentó al galope desbocado de mil hipodérmicas en mi antebrazo. No volvimos a dirigirnos la palabra. Años después despejó rencores para visitarme en el hospital donde estaba ingresado. Por aquel entonces, harto de arrastrar por la vida aquel nombre pesado, de linaje camionero, se había convertido en Monchi y ponía chapas en Chueca. Nos abrazamos sabiéndonos consumidos ambos por el mal de las cuatro siglas. El cáncer rosa (finalmente tuvimos que afrontarlo) se iba a encargar de expulsar del paraíso de la Democracia a Ramón y a Adán.
He necesitado más de una lectura para captar en toda su extensión la profundidad y hermosura de este texto tan elaborado: teñido de rosa, pero sin ser nada rosa. Enhorabuena.
Dos jóvenes, de naturaleza diferente y sin embargo amigos, uno homosexual y otro drogadicto, acaban distanciándose al no terminar de comprender, mutuamente, las circunstancias de cada uno. La sociedad y sus tópicos pesan demasiado. Son tiempos de baja comprensión, de empatía casi nula, de estereotipos muy cerrados. Sin embargo, al final la complicidad se impone y vuelven a reunirse; su amistad revive cuando se dan cuenta de que, circunstancias aparte, es mucho lo que comparten, hasta un mismo final, propiciado por el sida.
Un texto contundente y muy trabajado. Un trabajo de orfebrería literaria para contar una historia en la que la amistad termina por triunfar, al margen de que la sociedad en la que viven, en teoría abierta, nunca llegase a aceptarles como parte de su engranaje, abocándolos a la marginalidad.
Un abrazo grande y suerte, Belén
Ha quedado perfecto. Un beso.
Mi admiración por la valentía de salirse de lo convencional y lo comercial.
Mi brindis por los que se arriesgan a escribir para sí mismos y no para los demás.
Mi espíritu, siempre, con los perdedores que apuestan a números que nunca tocan.
Un saludo, Belén.
Belén, impresionante micro que crece hasta el infinito con mil matices y situaciones hasta llegar al «Paraíso Democrático».
Un besito muy muy virtual.
Hola, Belén.
Es tremendo cómo lo cuentas, y la fuerza que desprende cada frase. Es uno de mis favoritos.
Sincera enhorabuena.
Muy buen relato, Belén. Como siempre, sabes contar las historias de una forma muy especial. Enhorabuena y suerte, capitana.
Con ese toque tan tuyo, creas un texto complejo y con mucha miga.
No te hace falta suerte, pero por si acaso, yo cruzo dedos.
Magnífico relato, con mil matices. Amargo final que nos deja con la duda de si triunfa la amistad o simplemente volvió a reunirlos la desgracia de un destino común. Sea como sea, el retrato de una sociedad que tenía, y aún tiene, muchas asignaturas pendientes.
Abrazo y suerte,