37 ROSA Y NEGRO (Toribios)
Todas las niñas tienen su etapa rosa, esa en la que su cartera es rosa, y las paredes de su habitación , y su bicicleta, y su ropa y, si por ellas fuera, todas las pinturas de su estuche. Luego viene la etapa negra, en que reniegan de su vida anterior para convertirse por un tiempo en seres más bien cercanos a la familia Monster. Pero tú no. Tú seguiste siendo una adolescente de cuento, con todas tus cosas en el abanico que va del rosa palo al fucsia. Así te conocí y así me enamoré, y de rosa nos casamos ambos en una ceremonia tan glamurosa que salió en la prensa… rosa. Nuestra vida no ha sido siempre de ese color de ensueño, pero nunca nos hemos rendido. No pudo con nosotros el accidente que me dejó en esta ergonómica silla rosa, ni la muerte de nuestra hija Rosa en manos de una secta, ni podrá tampoco esa caja satinada en rosa en que reposas. Mantendré ante todos mi porte nacarado, aunque sienta avanzar en mi interior esa corriente espesa de bilis negra como la pez que pugna por convertirse en geiser y emborronarlo todo.
Tu protagonista tiene un mal dentro, que quizá aprenda algún día a exteriorizar. Esa apariencia de «aquí no ha pasado nada» debe ser llevadera para quien le trata, pero a él le consume sin que nadié lo sepa.
Un relato sobre un personaje en un difícil equilibrio.
Un abrazo, Antonio. Suerte.
Sí, la vida en rosa tiene un grave coste. Gracias, Ángel, por tu comentario. Un abrazo.
Antonio, un relato que pasa del rosa al negro en solo unas líneas, pero que tu protagonista intenta mostrarse fuerte ante los demás y eso acabará por destruirlo si no saca el veneno que lo invade por dentro.
Buen relato. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Gracias, Pilar. Un abrazo.
Nunca me ha gustado el rosa y en pocas tuyas logras explicar el porqué. Antonio, como siempre, genial en lo breve. Un saludo.
Gracias, Susy, por tu comentario. Un abrazo.
Empeñarse en que todo sea de color rosa tiene un alto precio. Me gusta como evoluciona el texto, del rosa al negro, tal como ya anuncias en el título. Buen relato, Toribios.
Suerte y abrazo,