96. SACRIFICIO
Frente al espejo miraba cómo su vida dejaba la plenitud del verano para adentrarse en su otoño.
Todo adquiría ese color característico del olor del café o del chocolate caliente que embadurna los recuerdos con barniz cálido y reconfortante. Como en esa época se busca el calor de la hoguera o los rayos de sol, ella añoraba su hogar, su refugio. Llegaban tiempos de reencontrarse consigo misma, de recogerse, de asar castañas en la candela con olor a madera seca, de mirar viejas fotografías o leer libros amarilleados por el tiempo.
Ella, a esa altura de su vida, apostaba por volver a la tierra, al instinto, a todo lo que la mantenía en pie cuando lo demás fallaba, porque eso la hacía fuerte, como el tronco de un árbol centenario, lleno de experiencias y sabiduría.
Pero no, aún no podía hacerlo. Por su hijo, todavía no.
Secó sus lágrimas. Se maquilló. Se colocó las medias de rejilla, el body de satén y los zapatos de tacón de aguja. Entornó despacio la puerta a su espalda, cerró los ojos y suspiró. Contoneándose, salió al ruidoso salón donde la esperaba la madame para conducirla hasta el que había preguntado por ella.
Un buen final para un buen relato. La vida «alegre» no lo es tanto,más bien una pesada carga. Suerte, Inma.
Gracias, Antonio!!!
Hola, Inma! Bienvenida a ENTC! Tu micro comienza sepia, se torna a fucsia y termina en negro.
Está genial, con mucha sutileza y un lenguaje muy expresivo.
Suerte y que vengan muchos más!!!
Un beso