27. SALTA
Los reconozco como si fuera ayer cuando con ellos, ya sin mi ayuda, diste sola los primeros pasos. Ha pasado algún tiempo, y aunque nunca has tenido miedo a nada siempre has necesitado un empujón. Aquella primera vez no lo necesitaste, te soltaste de mis manos con un ímpetu que aún recuerdo.
Hoy pareces estar con la duda cuando con ellos tocas el agua que está fría, pero bajo ella encontrarás el tesoro que guardé para ti ahora que no estoy, y no necesitas ni un empujón ni soltarte de mis manos.
Hola Antonio, me gusta tu relato y por increíble que parezca, sería perfecto como continuación del mío. Mucha suerte.
Un saludo
María
María dime cuál es please. Gracias por tu comentario