89. ¡Sálvame, corazón enmascarado!
A esta fiesta se viene con máscara, pero nadie quiere ocultarse. Todos llevan carísimas venecianas bañadas en plata o incluso oro. Los más pudientes incluso mandan incrustar esmeraldas y otras piedras.
¿Qué paradoja no? Un elemento que cubre el rostro, está siendo utilizado con el fin de ser ostentoso y por supuesto reconocido. Porque los 50 invitados se conocían muy bien. Tantos años trabajando juntos en programas del corazón los habían convertido en hábiles investigadores -de asuntos banales e íntimos sobre todo. Y en arpías claro… Todos saben que ese mundo los vuelve ambiciosos y es difícil decir ¡basta, quiero irme a casa, que nadie sepa de mis affaires!
Entró la invitada más rezagada, muy elegante aunque se notaba que no había pasado tantas horas entre peluquería y maquillaje como el resto. Llevaba una delicada máscara de plata con perlas naturales. De repente encontró en su bolso la máscara que su hijo le hizo para el baile, que por supuesto no pretendía utilizar. Pero según transcurría la noche, y veía en otras colaboradoras como podía acabar, guardó su lujosa careta y se plantó con la de cartulina y pegatinas de su pequeño, orgullosa como nadie y sintiéndose un poco salvada.
Sálvame, ay, sálvame. Esos programas dan más miedo que un banquero.
Un saludo
JM
Muy bien, me ha encantado Mónica. Por fin alguien del «corazón» que demuestra tenerlo. Tendrías que continuar para ver que pasó. Seguro que fue la bomba.
Felicidades un giro muy bueno al tema.
Besos
Interesante final. Me ha gustado. Un saludo
Mónica, coincido con los demás comentarios, quedan ganas de saber más. Suerte y saludos
Mónica, en la sencillez y la inocencia está la autenticidad. Me ha gustado. Abrazos.
Y ya puestos, con solo una goma a las orejas. Simpática madre.
Un beso