Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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58. Sauces, viudas y lágrimas sobre la tierra

Solía llorar como los sauces: sin saber porqué. Como los niños: por desconocer otra forma de expresarse. Como las viudas: sabiendo que era inútil.

Lloraba a escondidas, hundida en un cojín para que sus hijos no la oyeran. Lloraba como lloran las mujeres que acaban en las páginas tristes los periódicos, entre el incendio de una fábrica y la desaparición de un empresario.

*

El dolor crecía y quemaba por dentro. Su alma se fue ennegreciendo como la de un minero y comenzó a hablar con el diablo sin bajarle la mirada.

Un día, como esperaba y temía, su marido apareció cabizbajo, mascullando disculpas. Las aceptó, pero no le dijo que la mujer que él buscaba había ido desapareciendo bajo los hematomas.

*

Durante un tiempo, fingió y él decidió creerlo.

De forma inesperada, el último día volvió a llorar. De ilusión, quizá de nervios.

Lamentó que nadie pudiera verla en aquel paraje apartado y oscuro, bajo un viejo sauce, derramando lágrimas sobre la tierra removida. Reía y hablaba sola. Mientras, con inesperada pericia, clavaba la pala en el montón de tierra oscura y la hundía para cagarla, presionándola con un golpe seco de la suela de su zapato.

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Una mujer destruida a golpe de dolor, físico y del otro. El hombre al que un día quiso, transformado en demonio y torturador. Ella reconstruida verdugo para liberarse seguramente tarde, para no volver a ser la misma nunca.
    No solo es la historia, es la manera de contarla, la fuerza e intensidad que transmite. Un relato envidiable.
    Un abrazo y suerte, Salva.

    1. Querido amigo Ángel, fiel a tu cita con la inmediatez, apareces una vez más como 1° comentario bajo mi relato. ¡Eres grande, se mire por donde se mire!
      Supongobque este micro de maltrato o deviolencia de gènero es un relato dw crecimiento y evolución, de ahí su estructura de sañtos temporales en la que, a cada salto, la protagonista cambia, imcluso hasta la transformación final.
      De víctima a verdugo.
      Más vale tarde que nunca.
      Gracias, amigo!!!

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