48. Secreto confiado
La madre sabía que fisgonear la bolsa de deporte del hijo era incorrecto. Aun así, lo hizo.
《¿Qué puede esconder una bolsa de deporte de un concejal cuarentón? 》, se preguntó.
《Nada raro》, se contestó mientras abría la cremallera con el cuidado de una artificiera.
En efecto, encontró lo habitual que suele llevarse al gimnasio. Bueno, y lo extraordinario que ya intuía.
《Quien más, quien menos tiene un secretillo 》, se repitió durante días tratando de disipar el remordimiento. O la decepción. O las dos cosas.
Pero no conseguía olvidarse del asunto. Decidió acercarse a la iglesia, solía ir en busca de alivio, y terminó confesándoselo al cura. El párroco, que dudaba de su fe y seguía una terapia de apoyo, se desahogó contándoselo a la psicóloga. La doctora, que no entendía de ayuntamientos, se lo comentó a su hermano, el del doble grado en derecho y contabilidad. El abogado, por abrir conversación durante la cena, se lo explicó a su pareja, una periodista de opinión que, esperando el ascensor, se lo relató a la vecina del quinto. Una vecina de toda la vida, que guardó el secreto de la madre del concejal.
Pues al menos la vecina guarda el secreto, pero de toda esa cadena el eslabón más peligroso es la periodista… Como no sea de su cuerda la puede liar. Aunque claro, visto lo visto, igual se lo merece.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por tu comentario, Rosalía. Nos leemos.
¡Abrazo!
¿Qué secreto ocultaba en la bolsa de deporte el concejal? ¿Algún juguete sexual? ¿Una foto comprometedora? ¿Ropa interior sexi? ¿Un sobre con dinero negro? Nos quedamos in albis. Una formula interesante para inquietar al lector. Rara vecina esa, que sabe guardar secretos… Un saludo y suerte, Aurora.
Cuando se comete una incorrección, una de dos: o se reconoce y se ataja, con disculpas incluidas, o acaba propagándose como la pólvora. El ser humano es así: nos encantan los trapos sucios.
Un relato con final abierto, que intriga y fomenta la imaginación.
Un abrazo y suerte, Aurora
Nos encantan los secretos, bien cierto, somos curiosos por naturaleza. Muchas gracias por tu comentario, Ángel.
¡Abrazo!
A darle rienda suelta a la imaginación o a la intuición, eso sí, sin desvelar el secreto.
Muchas gracias por tu comentario, Antonio.
¡Abrazo!
Para mí lo mejor del relato es la intriga que crea con el secreto que va pasando de boca en boca (incorrecto), dejándonos con las ganas de descubrirlo (correcto).
Guardaremos el secreto, aunque nos quedemos con ganas de descubrirlo…
Muchas gracias por comentar, Edita
¡Abrazo!
Hola Aurora:
¿Qué secreto escondera esa bolsa? Pero quien se atiene al secreto profesional, el cura, la doctora, el abogado o la periodista, lo divulgan y la chismosa de la vecina lo guarda con siete candados. El mundo al revés… Y encima no nos cuentas cual era ese secreto, jaja. Muy bueno. ¡¡Suerte!!
Abrazos