48. Sesión reparadora (Blanca Oteiza)
Lo que parecía una tarde más jugando al solitario, cambió cuando la vi entrar por la puerta. Con la mejor de mis sonrisas nos sentamos a la mesa. Estaba sería, sus ojos me llevaron a un océano a punto de inundar el puerto. Me dijo que no creía en las cartas, pero necesitaba saber.
Esparcí la baraja sobre el tablero y la observé mientras temblaba reprimiendo las lágrimas. Los naipes no sé qué contaron, pero el futuro lo vi claro, era la oportunidad que esperaba desde los años de colegio.
Él no va a volver, te ha olvidado, encontrarás otro que te haga más feliz y viajarás. Viajarás al paraíso de los días de estío, a los cielos azules y los mares de sirenas. Si te soy sincero, junto a la novia veo al chico que tienes enfrente, que te anhela cada noche bajo las estrellas, en cada gota del cristal de la ventana los días de lluvia, que te sueña y te ama desde los días de infancia en el patio de la escuela.
Se levantó de la mesa con una sonrisa. Al recoger el billete vi que había escrito su número de teléfono junto a un corazón.
En este caso podríamos decir que la «ocasión la pintan azul» y el narrador ha sabido aprovecharla muy bien con una declaración de amor preciosa. Se merece suerte y tú también. Un beso.
Muchas gracias María José, a veces no sabes cuando llega la ocasión que llevas esperando tiempo y lo mejor es aprovecharla. Y si sale bien, mucho mejor.
Un saludo
Anda, qué bien se arregló todo. Quién se lo iba a decir cuando entró allí. Si es que, el destino nunca deja de sorprendernos. Muy bonito y amoroso tu relato, Blanca. Buena noche de diciembre.
Muchas gracias Mercedes. El destino, nunca sabemos que nos aguarda a la vuelta de la esquina.
Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo