104. Siempre estaré contigo
Comenzó como un tonto revoloteo alrededor de su cabeza, pero acabó siendo una molestia, que en vano trató de quitarse de encima. Llovía con insistencia y marchaba enfadado con sus pensamientos; algo tenía que hacer con su vida, más no sabía bien qué y aquel bicho seguía empeñado en darle la tarde. Imposible seguir pensando, se dijo y se fijó en que era una mariposa negra y blanca la que lo perseguía. La consideró hermosa a su manera y casi al instante un recuerdo lo golpeó con saña: su hermana pequeña desaparecida un horrible día, que él llegó tarde a recogerla al quedarse un rato más con los amigos. Cuando la encontraron en el talud, bien parecía una mariposa con sus brazos y piernas extendidos.
De repente, el insecto ya no estaba y él se giró para ver si aún lo seguía. Ya lo echaba de menos, pero lo consideró un buen presagio. A pesar de buscarla, sus ojos no pudieron captar la imposible sombra de la niña que se formó en la blanca pared de una calle lateral.
Como siempre los remordimientos hacen mella hasta para interpretar el vuelo de un insecto, pero en este caso, quizás la posibilidad de ese algo más, es lo que convierte a tu relato, Esther, en algo muy especial. Muchas veces nos pasa, algo simple, nos lleva al recuerdo de otro hecho más complejo. Están unidos por ese hilo invisible de nuestra conciencia.
Bonito e inquietante relato. Mucha suerte y saludos.