80. Sin remedio
Mi hermano Luis se moría en su habitación y yo, seguramente por la poca edad, pregunté a mi madre si podría quedarme su bicicleta. No sé qué me dolió más, si el guantazo que ella me dio a continuación o el enterarme luego de que él también había escuchado mis palabras. He dispuesto de muchos años para reparar en parte mi desatino, ya que Luisito acabó superando aquel trance y, de haberle pedido disculpas, supongo que las habría aceptado sin condiciones. Pero el caso es que nunca lo he hecho. Diré en mi favor que estas cosas no son fáciles. Parece que uno espera que el momento surja por sí solo, como si todas las situaciones tuviesen el suyo, y lo va dejando siempre para después. Así al menos me ha pasado a mí, por más que aquel recuerdo haya estado presente de manera constante entre ambos como un negro nubarrón. Últimamente, además, su ilusión y vitalidad me decían que el asunto no corría ninguna prisa: practicaba deporte a diario, planeaba montar una empresa, andaba detrás de una chica e incluso, poco antes de morir, se había comprado un coche. Un deportivo precioso…
Lo que no se dice a tiempo puede que no pueda llegar a pronunciarse nunca, incluso cuando parezca que hay una segunda oportunidad. La tentación de la rapiña, si surgió una vez como sentimiento predominante, tiene el camino abonado para que vuelva a darse. El que la historia se repite es algo más que una frase hecha, por desgracia en muchos casos. También dicen que todo tiene remedio, menos la muerte, la segunda parte del axioma es exacta; la primera, no tanto.
Lo que no tiene remedio es la calidad de tus historias, Enrique, además de los fieles seguidores de las mismas, entre los que me cuento.
Un abrazo fuerte y feliz año
Otra cosa que no tiene remedio es tu amabilidad sin límites. No esperaba ningún comentario para este relato colgado casi con la campana. Muchas gracias por estar ahí y por tan acertado análisis. La naturaleza humana parece no entender ni de circunstancias ni de épocas, y pienso que siempre es bueno meditar sobre ella, más cuando se hace con la profundidad y agudeza que te caracteriza.
Mis mejores deseos también para ti en 2019.
Un fuerte abrazo, Ángel.
Se demoran los momentos y, cuando ya no tiene remedio, llega el de la mala conciencia .
Brillante…como siempre, amigo.
Eso es, Rafa. No hay que dejar las cosas tanto, como también convendría poner remedio a ciertas debilidades, en la medida de lo posible.
Muchas gracias a ti también por tu amabilidad.
Un fuerte abrazo y Feliz 2019 por aquí también.