51. Sin remite
Cada jueves, cuando regreso del trabajo, tengo en el buzón una carta de las de antes, aunque el timbre no lleva matasellos.
Ese día, la jornada laboral se me hace más larga de lo habitual, que no es poco.
Me siento en el sillón con una luz de lámpara amiga. Abro el sobre delicadamente, extraigo el papel y comienzo a leer sin prisas.
Es un momento tan placentero que hace de mi vida algo más que los silencios continuos rodeando el pasar entre voces extrañas.
No sé por qué me alaba tanto.
Podría sentir que no merezco sus lisonjas y su amor, pero me niego a hacerlo.
Me acuesto, releyendo por última vez, para forzar un sueño tangible y dichoso.
Los miércoles, por la noche, escribo.
Si los anónimos son para decir cosas bellas bienvenidos sean.
Entrañable y nostálgico texto.
Un saludo, Javier, me ha gustado.
Gracias, Manuela. Bien vendría no ser tu mismo el que te aprecia.
Besetes
Qué triste es siempre la soledad no deseada. Al menos tu protagonista ha elegido amarse a si mism@ un día por semana «para no hacer la vida insoportable», como decía una canción muy vieja que no sé por qué me viene ahora a la cabeza. Un abrazo, Javier.
Hola, Ana. Tampoco me viene la canción. Y sí, no es mala cosa encontrar algún remedio a la soledad aunque sea viviendo de la ficción.
Muchos besos.
No hay nada más anónimo que una carta sin remite, en este caso no es necesario, como tampoco que haya pasado por una oficina de correos. Como bien ha dicho Ana, la soledad no deseada no es plato de gusto, pero la escritura siempre es un recurso para el desahogo, para rescatar del abismo, al menos, para evitar caer del todo.
Un relato que parece tan creíble que si hubieses puesto la dirección postal de tu protagonista al final más de uno le hubiese escrito, aunque solo hubiera sido una tarjeta navideña. Ya puestos, felices fiestas y un abrazo, Javier.
Gracias, hermano. No he puesto la dirección para no obligar.
Mil abrazos.
Espero que ya que el sello estaba sin matar que lo aproveche para el próximo miércoles, que no está la vida para derrochar
Excelente, Javier.
Suerte y abrazo.
Gracias, Rafa.
Un abrazo, sin derroche alguno.
Los miércoles y jueves, los mejores días de la semana para tu protagonista: estoy segura de que no le gustan los sábados y domingos, totalmente en soledad. Un micro sencillo y atrayente. Nos leemos.
Gracias, Isabel.
Un abrazo.