Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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30 Sin saber qué hacer

Si la ves, observas a una chica joven muy atractiva,  responsable, madura, inteligente y trabajadora, que hasta el momento ha logrado alcanzar todas las metas que se ha propuesto en la vida…¿entonces?, es insufrible comprobar que su espejo no le devuelve la misma imagen.

Desde que ha llegado de sus prácticas no deja de llorar, en medio de un mar salado de hipidos incontrolados, de nuevo se  vuelve a comparar con sus amigas o con cualquier otra chica de Instagram que según ella triunfan en la vida. Otra vez ante la disyuntiva de seguir haciendo de psicóloga amateur con tu hija o empezar a buscar desesperadamente teléfonos de gabinetes psicológicos, con uno no basta, para tratarnos a ambas.

Odio estos momentos de desparrame emocional que me agotan psicológica y físicamente, después de dos horas concluimos que tiene una inseguridad de narices, siento que pierdo la paciencia…..,pero no sabemos resolverla.

Son las siete de la tarde y la música envuelve la atmósfera de la casa, es lo que tiene su carácter ciclotímico, ella está arriba y yo por los suelos.

Cuando la confusión se apodera de mí siempre recurro a la frase de Escarlata O’Hara:” I`ll think about it tomorrow”

8 Responses

  1. Nuria Rodríguez Fernández

    Hola Ana, como madre de una adolescente de 17 años me he sentido súper identificada, que barbaridad de edad, y como nos vuelven locas a las madres con sus vaivenes, mucha suerte !!

  2. Ana Alcocer

    Gracias, es verdad que al final las emociones son patrimonio comun de la humanidad…y la adolescencia es una explosión de hormonas sin parangón

  3. Ángel Saiz Mora

    Mis hijos ya superaron la adolescencia, pero es una época terrible, aunque los muchachos o muchachas sean ejemplares, en la que la paciencia materna y paterna ha de ser inagotable y, sobre todo, algo que siempre me decía mi mujer: «Recuerda que seguro que tú, a su edad, hiciste lo mismo», justo en los momentos en los que casi conseguía sacarme de mis casillas. Si hay un estado de confusión por excelencia, contagioso, además, es el que cuentas en esta escena cotidiana.
    Hablando de padres y madres, la mía, cuando algo me preocupaba mucho, también me decía, como Escarlata, que «mañana será otro día», y tenía razón; por algún motivo, cuando se dejan reposar algunas cosas, más cuanto más enrevesadas están, no es que se arreglen por ello, pero si pierden la relevancia excesiva que nos empeñamos en darles. Si todo se relativizase, en lugar de radicalizarse, otro gallo nos cantaría.
    Un relato con el que, desde el título, es difícil no sentirse identificado cuando se ha pasado por ello.
    Un abrazo y suerte, Ana

    1. Ana Alcocer

      Tienes toda la razón, reposar las cosas las relativiza, por suerte la adolescencia siendo «standard» es solo una etapa más a disfrutar.
      Gracias por tu comentario.

  4. Hola Ana. Tu relato refleja la situación de muchas chicas o no tan chicas. Hoy, además, están las redes sociales para sacar más conclusiones negativas respecto a uno mismo, cuando de autoestima baja hablamos. Esos ciclos de los que hablas, ahora en la cima, luego en el subsuelo, son la expresión más clara de su victimismo. Una vez sienten la atención del otro, laa endorfinas suben. No sé si se podría hablar de toxicidad para ellas mismas y para los que la intentan comprender, pero casi.
    Buen día Ana.

  5. Ana Alcocer

    El mundo redes refleja demasiadas veces una felicidad y un éxito falsos que distorsiona la realidad y hace que la gente crea que sus vidas carecen de interes, con lo que esto supone para su autoestima, solo hay que esperar que se topen con la vida real porque en la confrontación no siempre gana la razón en este caso.
    Gracias por tu comentario, un saludo

  6. Alejarse, dejar que pase el tiempo, que las cosas se enfríen; esperar. Lo que más me llega del texto es la historia tan cercana y, en mi caso, tan alejada ya en el tiempo. Y la forma en la que lo has narrado porque es muy fácil reconocerla y reconocerse. ¿Nosotros también fuimos así? Qué suerte que la memoria tenga sus limitaciones. Abrazos y suerte.

  7. Ana Alcocer

    Tienes razón, el tiempo pone las cosas en su sitio y la memoria a veces las descoloca, adolescentes fuimos todos y en esencia iguales pero las situaciones son muy diferentes, en otras épocas la explosión de sentimientos no podía manifestarse así. Eso sí, la ebullición juvenil frente al poso de la madurez siempre disputan en el ring de la vida con el tiempo como árbitro.
    Muchas gracias por tu comentario, un abrazo

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