51. SOMNOLENCIA
Sitiada su vida por un ejército de recuerdos sin destierro, el continuo sueño vela su conciencia y apacigua su dolor. Con la llegada de un nuevo día se refugia en ese pasado sin retorno , recreando cada escena hasta convertir su existencia en la imagen idealizada de un ayer exiliado.
Angustia, desconcierto, desolación, incredulidad, aceptación y cruda realidad. La soledad se convirtió en su aliada y de abanderada de su libertad pasó a esclava de su enfermedad.
Y las veladas de aquellos que estuvieron a su lado en épocas de bonanza, se fueron dilatando en el tiempo.
Ahora, Laia siente que está a punto de representar su último acto y entre bambalinas arrastrará sus miserias tiñendo el decorado de aquella vida. No le importa su final. Esboza una tibia sonrisa y un letargo otoñal acoge sus exiguas esperanzas.
GODI RASA
About Post Author
Hola Dolores, parece que este personaje ha quedado en la más absoluta soledad, sin que parezca que necesita de nadie que es capaz de salir adelante o de sucumbir sola ante la sugerida enfermedad que la invade y se palpa la nostalgiua de tiempos mejores. Suerte con el relato, saludos!
Podemos haber tenido una vida social, rodeados de gente, pero el momento de morir es individual y solitsrio, bajo las brumas de un sueño difuso que has descrito a través de tu personaje.
Un saludo y suerte, Dolores
Laia pasa por varias fases hasta aceptar lo inevitable y estar en paz consigo misma. Como bien dice Ángel, morir es algo que hacemos en soledad.
Un abrazo y suerte.