84. Sonría, por favor
Lo de sonreír siempre ha sido nuestra especialidad: marca de la casa. Sin ir más lejos, acabamos de invadir a nuestros vecinos del sur —como antes hicimos con los del oeste— sin la más mínima violencia. Es sencillísimo. Llegamos al campo de batalla con nuestra sonrisa como única munición, ellos se relajan, nos devuelven la sonrisa, todos sonreímos y para cuando se quieren dar cuenta ya nos hemos quedado con sus tierras, conquistado a sus mujeres, ocupado sus casas y arrasado todas sus cosechas. Y sin perder las buenas maneras, que quede claro. Ahora, este país se nos ha quedado pequeño y nos dirigimos rumbo a las montañas dispuestos a invadir a nuestros vecinos del norte. Eso sí: siempre amablemente, con discreción y la mejor de nuestras sonrisas. Y sin disparar una sola bala, que conste.
Que te insultes (o te invadan) con una sonrisa, siempre es mejor. Desconcierta, confunde y uno no sabe si es una broma o un sueño. De todas formas, en algún momento darán con un país de tristes y les saltarán los dientes: ley de vida. Un relato muy, muy interesante. Suerte, abrazos y feliz año.
Una sonrisa abre todas las puertas. Mi madre hubiera dicho, para referirse a estos invasores «amables»: «A Dios rogando y con el mazo dando».
Surrealista, divertido y original, marca de la casa.
Un abrazo y feliz año, José Manuel
Felicidades. Todo un invento, esto de la guerra de las buenas maneras. Y tiene más profundidad de la que parece…