31. SOSPECHA
Adela siempre estuvo enferma por eso tomaba tantas pastillas. No fue difícil hacer el cambio y el desenlace fue más rápido de lo esperado. Muerte natural, dijo el médico. ¿Quién va a ponerlo en duda?
Con estos pensamientos Ignacio, el viudo, termina de recibir los últimos apretones de mano, los pésames y los abrazos. El de su cuñada Elvira, la hermana de Adela, le pareció distante, eso le atormenta. Tampoco ahora, enfrente junto a la tumba, puede mantenerle la mirada que siente acusadora.
El incómodo silencio lo rompe el rascar de la paleta del operario que cierra la tumba. Es un sonido áspero y frío, como la mañana que viste de luto.
Las dos primeras líneas son una confesión, no ante un juez, pero sí ante los lectores, que no se nos escapa nada. Las tres líneas siguientes son una sombra en lo que creía su coartada perfecta. Las dos últimas, puro remordimiento, una culpa que le acompañará a todas partes, en forma de sonido o en cualquier otra.
Un relato en el que las palabras de acusación no son necesarias para saber lo que ha hecho un asesino, lo que siente después y su condena personal inevitable, sea castigado por las leyes de la sociedad o no.
Un abrazo y suerte, Pilar.
Muchas gracias Ángel por comentar, siempre con certeza. Has clavado la estructura del relato tal y como lo he querido contar. Te confieso que el mismo texto lo tengo escrito con estructuras diferentes —colocando la confesión al final—, pero he querido que el lector lo sepa desde el principio para acompañar al asesino en su angustia.
Me he enterado tarde de la «quedada» que vais a hacer en Cabezón de la Sal y no podré ir. Me hubiera gustado mucho ir.
Espero disfrutéis mucho y desde luego que para la próxima estaré más atenta.
Un abrazo
Hola, Pilar. Que no haya sido difícil «hacer el cambio» (de las pastillas) no implica que la cuñada no sospechase de esa muerte tan «natural» de Adela, de ahí su mirada acusadora… A mí este dato me da para imaginar por qué motivo Ignacio quería deshacerse de ella y por qué Elvira lo sospechaba…
Un micro en el que las miradas descubren lo que han encubierto las pastillas.
Cariños,
Mariángeles
Pues si querías que sintiéramos la angustia del asesino ante la posibilidad de ser descubierto, lo has conseguido. Mantienes la tensión hasta el final.
Por otra parte me ha dado la sensación de que al deshacerse de Adela pretendía tener un romance con su cuñada Elvira, de ahí que su mirada acusadora le atormentara, además de la culpa. Pero igual es que soy muy peliculera.
Un abrazo y suerte.
Rosalía todos somos un poco “ peliculeros” aquí ja, ja, ja… es natural ,si se supone que le damos bien al coco imaginando historias.
El lector puede imaginarse otras historias paralelas aunque si lo que quieres saber es en lo q me inspiré para contarlo, te confieso que en un marido ( Ignacio) con amante, sin escrúpulos y sin moral que vio la oportunidad fácil de deshacerse de su mujer.
Muchas gracias por pasarte a leer.
Abrazos
Muchos relatos encierran o conllevan a su vez otras historias paralelas. En el caso de los micros como no hay que contarlo todo mejor dejarlo al gusto del lector.
Muchas gracias Mariangeles por pasarte y comentar.
Un abrazo
Pilar,
Preciosas las dos frases finales y con los adjetivos más adecuados.
Nos leemos