27. Sous le ciel de París
Deseo cumplido. Por fin estoy aquí, en París.
Paseando por «la plaza de los pintores» en Montmartre, cierro los ojos e imagino, entre el olor a aguarrás y el bullicio, a pintores famosos que revolucionaron el mundo del arte. ¿Quién sabe si los que hoy están aquí formarán algún día parte también de la historia?
Entorno los ojos tratando de imaginarme que los coches son más antiguos, los rostros y los trajes de antaño, tantas veces representados en los lienzos.
Me siento en una terraza de una de las muchas creperías y pido un café y un croissant. Me deleito con su aroma a recién hecho, a mantequilla. Sonrío, parece un chiste de humor negro, venir a la «Ciudad de la Luz» donde se apaga la mía sin remedio.
El tiempo parece haberse detenido cuando escucho una canción de Edith Piaf.
«Sous le ciel de París.
S’envoile une chanson.
Elle est née d’aujourd’hui.
Dans le coeur d’un garçon.
Sous le ciel de París.
Marchent des amoureaux».
Aún sigo aquí… a lo lejos se escucha un trueno, la tormenta está de camino, pero aún no ha llegado…
«Sous le ciel de París…»
Deberíamos aprender a disfrutar de las pequeñas cosas en todo momento, no esperar a ver las orejas al lobo, no tomar conciencia de la caducidad y del valor de cada minuto solo cuando el fin se percibe cercano, como le sucede a tu protagonista. Ella, sin negar sus circunstancias, o quizá como consecuencia de ellas, no se priva de gozar de una ciudad llena de encanto y a la que ama, cuajada de elementos que, aunque puedan parecer tópicos, enamoran a cualquiera: el barrio de los pintores, las terrazas y la música de Piaf.
Esa tormenta que se avecina, capaz de ensombrecer la luz de una ciudad llena de ella, es un símil de la que también se aproxima a la vida de esta mujer, pero mientras no llegue, París bien vale una misa y un relato.
Un abrazo y suerte, Susana
Muchas gracias por tus bellas palabras.
Así es, al final esas pequeñas cosas son las que de verdad importan.
Tenemos que parar un poco y disfrutar de ellas.
Gracias, un saludo.