72. SUEÑOS
Cuando sea mayor tendré el mejor coche del mercado; me pasearé con él por la ciudad con la capota bien abierta y las chicas me mirarán deseando que las monte; los chicos me envidiarán. Eso será cuando reciba la herencia de mis ricos y viejos padres. Entretanto, seguiré jugando con un gran Scalextric, dejando a mi hermana vestir y desvestir a sus muñecas, a los amiguitos de espectadores de mis interminables carreras, mientras mis padres se divierten en los casinos y spas de montaña.
Hoy, no entendí a una de nuestras sirvientas cuando dijo que de pequeña soñaba con ser princesa.
Todos tenemos sueños, unos más modestos que otros. El que sean factibles no siempre depende de la actitud o el empeño individual, sino del punto de partida, aquel en el que nos colocó el destino o vaya usted a saber qué o quién. El marcado contraste entre el niño millonario y la criada lo dice todo.
Un abrazo, Antonio. Suerte allí donde te encuentres (Ammán, creo) y te deseo un 2019 lleno de satisfacciones
Las sirvientes, a veces mayores, a veces y sencillamente con más vida, saben más, mucho más.
Algo va a fallar en ese plan, algo… pero no sé el qué. jeje