Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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52. SUSURROS

La primera apareció una tarde de abril, serena y majestuosa, volando entre los grandes edificios. A la mañana siguiente ya eran cinco. Y una semana después no bastaban las manos de una familia numerosa para contarlas. Lo cierto es que con las ballenas llegaron los cazadores, montados de dos en dos, en botes más ligeros que el aire.

Era un espectáculo bello y atroz verlos lanzar sus arpones que, sin herirlas, atravesaban a las ballenas de lado a lado, para clavarse en los muros de los rascacielos.

“Son fantasmas”, dijeron unos; “Son demonios”, ponderaron otros. Nada amilanó a los cazadores. Miles y miles de arpones convirtieron a los edificios en fabulosos alfileteros; hasta que cierto día uno de los cazadores surcó accidentalmente veinte pisos de abismo, para incorporarse al instante tan intacto como sus presas. Entonces alguien observó que el caído no poseía sombra… ni tampoco los demás cazadores ni las ballenas. Y paulatinamente, uno a una, todos desaparecieron.

Y otra tarde de abril, un cachalote blanco, plagado su cuerpo de sogas y heridas, voló por la inmensidad de la ciudad desierta, dejando caer a su paso gotas como baldes.

“Son lágrimas”, susurraba el viento.

4 Respuestas

  1. J u a n

    Tu bellísima aportación es sorprendente. Es un ejercicio de fantasía en sí mismo, que se plantea como meta su propia elucubración fabulosa. Tiene un dinamismo el baile de tus figuras en el cielo brutal y la fantasía de la que haces gala, es melancólica, pero el sentimentalismo que trufa todo tu escrito es a la par, fantástico , con lo cual, es un «perpetuum mobile» muy filológico. El argumento, para mí, que estoy chiflado perdido, se me hace palpable y la verdad es que creo que es lo más bonito y más ceñido a los planteamientos de este primer lance del año que he leído de todos cuantos van escritos hasta ahora.
    Queda comentarte, que si ves un centellonauta en pos del cachalote albo, no te inquietes: ¡Soy Yo, de tanto como me ha complacido!
    ¡Feliz Febrero Tengas!

  2. Ángel Saiz Mora

    Una historia de surrealismo puro, una fantasía de cetáceos flotantes y arponeros que se hace real en una ciudad que la acoge, hasta que alguien se fija en un detalle (en los que, según dicen, está el demonio) y todo vuelve a su tristeza anterior, recrudecida por otro personaje que recuerda a Moby Dick, que deja caer lágrimas de fracaso sobre los habitantes incrédulos.
    Un relato diferente y un canto a la imaginación.
    Un saludo y suerte, Gabriel

  3. Gracias, Juan. Tu comentario es más que generoso; y me alegra que te haya gustado. Tenía mis dudas sobre el texto, en cuanto a que la fantasía no dejase escapar la lógica del mismo. Gracias a tu comentario, ahora sé que funciona.

    Saludos

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