Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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26. Tal vez soñar

Ella, con las piernas llenas de arañazos y moratones en las rodillas, corre de un lado para otro, se sube a las sillas y a la mesa, se remanga su vestido evasé de encaje inglés, para saltar sobre las piezas de plástico que hay distribuidas sobre el suelo a modo de rayuela. Grita y canta con el pelo despeinado y los quiquis casi deshechos. Él, sentado en el centro de las vías, sigue ensimismado la trayectoria de la locomotora del Union Pacific, escucha las voces de la hija de la amiga de su madre y mordisquea con desgana la merienda. La niña, agotada de intentar atraer la atención de su nuevo amiguito, corre a por su pan con chocolate y se sienta junto a él.  La cadencia redonda del convoy por fin les adormila, hasta que acaban los dos acurrucados en la alfombra.

Una voz de hojalata que anuncia la próxima estación les despierta. Se miran a los ojos todavía vidriosos y a las sienes de un extraño color blanco. Sonríen y, mientras piensan lo deprisa que ha pasado todo, se vuelven a dormir esperando que este tren alcance su destino.

10 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Todo tiene un comienzo y una trayectoria. En ese camino que es la existencia, serán inevitables los frenazos, retrasos, averías y traqueteos, por caminos que a veces parecerán de hierro y en alguna ocasión suave campo de rosas. Un recorrido que puede hacerse solo, pero en el que es un privilegio estar bien acompañado, mientras el tiempo pasa veloz, como los paisajes que se suceden por la ventanilla.
    Muy bien contada esta historia vital y envidiable.
    Un abrazo y suerte, Juancho

  2. manuel

    Juancho como pasa el tiempo. En el fondo hay muchos episodios en la vida que suceden así, sin darnos cuenta nos parece que ha pasado nada de algún suceso y ha pasado mucho tiempo. Tú eres un ejemplo de lo relativo que es el tiempo jeje.

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