80. ¿Una bella amistad?
Se conocieron en un taller literario. Congeniaron al momento. Ella, una solitaria de pro. El, un socialite indomable, pero, en el fondo, solitario también. Ella, demasiado orgullosa aunque buena persona. Un día, él quiso indagar en el porqué de dicho orgullo, pero ella no se dejó. Eso le resultó incomprensible,..
El la llamaba prácticamente a diario, la proponía planes varios: fiestas, teatros, reuniones con amigos. Ella siempre aceptaba de buen grado, pero, por otro lado, nunca le llamaba para preguntarle «qué tal te encuentras», «¿cómo te va?». Entonces, él comenzó a darse cuenta de que esa amistad que creía tan entrañable hacía aguas por algún lado.
Un típico día soleado de Madrid, de los que queman el alma, él le realizó la última llamada, la de la despedida porque se había hartado de soportar su incomprensible orgullo. «¡Adios, bonita, me he aburrido de tus silencios!» Una voz temblorosa sonó al otro lado del teléfono: «Es que cogí miedo de tu cariño». El pegó una sonora e incrédula carcajada y colgó para siempre.
Lo que él creía que, durante años, había sido una bella amistad, se había esfumado para siempre, como el sfumato de La Gioconda…