Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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17. THE DEVIL ON WHEELS

Dicen que la vida es un regalo, discrepo. La vida es un préstamo que tarde o temprano hay que devolver. Hace poco, creí llegado el vencimiento del mío.

Volvía a casa del trabajo en moto, la circulación era densa, lenta y poco fluida. Me detuve ante un disco rojo, a mi lado hizo lo mismo un coche con la música a tope, las ventanillas bajadas y un menda al volante cantando a todo pulmón. Llamando mi atención, comenzó a señalar el tatuaje de su brazo. Le ignoré y él siguió increpándome: «quédate con mi cara», dijo hasta en tres ocasiones en tono altamente intimidador. Con disco verde, reanudé la marcha con normalidad, pero habiendo avanzado unos metros, escuché chirriar ruedas, aquel loco venía directo a por mí. Justo antes de cazarme, un quiebro imposible y el coche del kamikaze se coló, como hilo por el ojo de una aguja, entre mi moto y una furgoneta que circulaba en paralelo. Así, siguió esquivando temerariamente cuanto le salía al paso hasta desaparecer.

Al día siguiente, de vuelta al trabajo, sobre la mesa de autopsias un joven, su cara irreconocible, aunque no para mí, el tatuaje de su brazo no dejaba de recordármela.

9 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Juan, en su comentario, ha recordado eso de «arrieritos somos…». A mí se me ocurre lo de «a todo cerdo le llega su San Martín». En general, se puede decir que la vida y el tiempo va colocando a cada uno en su justo lugar. Aparte de ello, tu protagonista debía de ser una muy buena persona, dotado de una cabeza muy bien amueblada, además de gran valor y contención, para no ceder a las provocaciones absurdas de ese individuo. El que fuese buena gente también se manifiesta en el asombro al ver cómo termina su acosador, pese a estar acostumbrado a presenciar de todo en su profesión, sin que en él aflore satisfacción o alivio, que hubiera sido algo humano y comprensible.
    Dicen que los coches transforman a las personas en su peor versión, incluso a los más pacíficos les vuelven agresivos, de ahí el mérito de este forense, que supo aguantar el tipo, sin perderse, para ver el cadáver de su enemigo sin necesidad de enfrentamientos ni venganza, con justicia poética.
    No sabemos si este diablo sobre ruedas terminará en algún infierno, lo cierto es que su oponente se ha ganado el cielo, si es que existe; él sí que sabe lo que es ser un ángel, insisto, seguramente más que tú y yo, aunque ese sea nuestro nombre.
    Un relato con muy buen pulso, desafío y sorpresa final.
    Un abrazo, tocayo, suerte.

  2. Barceló Martínez

    Hola, Juan.
    Pues sí, todos los refranes trabajan, aunque yo aquí aplicaría ese de «si juegas con fuego puedes acabar quemándote». Desgraciadamente este tipo de elementos existen y ponen en peligro muchas vidas, incluida la propia y dejan muchos dramas a su paso.
    Muchas gracias y abrazo de vuelta.

  3. Barceló Martínez

    Hola.
    Como le comentaba a Juan, desgraciadamente este tipo de desaprensivos existen, ojalá solo fueran fruto de la ficción. La sorpresa del forense debió ser tan grande
    como su perplejidad, máxime dedicándose a esa profesión, al comprobar el desprecio que muestran algunos por la vida, incluida la propia.
    Como siempre, muy agradecido por tu generoso comentario. Un abrazo de Ángel a Ángel.

  4. Holaaaa! Tu micro da para un corto, Barceló. Ahi tenemos la presentación de personaje, el conflicto en su punto álgido y, luego, la enseñanza. Esos planos cortos de vuestras caras en eje, uno cenital mientras la moto atraviesa alocadamente la avenida poniéndose en peligro…lo veo, lo veo y al final un plano del tatuaje y los ojos del sanitario.
    Un micro muy dinámico y aunque ese accidente podría esperarse, la sorpresa nos la das cuando descubrimos que tu prota es forense.
    Un aplauso, Barceló y mis deseos de felicidad para ti.

    1. Barceló Martínez

      Hola, Mercedes.
      Gracias por tu comentario. En efecto, esta historia se adaptaría muy bien a un cortometraje (por cierto género que me encanta), solo que, por desgracia lo que sucede en muy poco espacio de tiempo, luego, deja vidas enteras sesgadas por completo, vidas que darían para dramáticos largometrajes.
      Bueno, poniéndome algo menos serio. Te deseo mucha salud y bienestar.
      Un fuerte abrazo.
      PS: He tenido la oportunidad de leer tu relato «In memorian» publicado antes de que yo pululara por aquí y me he dado cuenta que no he leído todos los que tenías publicados, cosa que pienso ir haciendo poco a poco. También me apunto los libros y, aunque ando muy pegado de tiempo los buscaré.

  5. Querido Barceló: lo primero que me gustó de tu micro se debe a un vicio profesional: soy profesora de inglés, así que eso de «The Devil on Wheels» enseguida me captó el ojo y quise seguir leyendo para ver quién era ese diablo sobre ruedas… El segundo detalle – que el narrador vaya en una moto – me recordó algo que solemos decir aquí, «cuando vas en moto, el cuerpo es la carrocería» (no de hierros, sino de carne y hueso), por eso me gustó el desenlace, porque se sale del que yo suponía iba a tener el micro: no es el motociclista quien termina muerto, sino el automovilista del tatuaje, el imprudente que lo provoca y que maneja tan temerariamente hasta desaparecer y hasta eso de desaparecer tiene doble sentido: desaparece de la vista y desaparece de la vida, víctima de su propia imprudencia. El hecho de que el motociclista sea el forense que lo reconoce por el tatuaje y no por la cara (como pretendía el tipo) hace al micro aún más redondo e impactante. La vida es un préstamo que hay que devolver, aunque muchos no lo vean o, peor, lo ignoren.

    Cariños,
    Mariángeles

  6. Barceló Martínez

    Hola, Mariángeles.
    Como bien han dicho algunos compañeros la historia ha quedado muy cinematográfica, el poner el título en inglés probablemente haya contribuido bastante a ello.
    El dicho que refieres es muy acertado, yo suelo decir que en moto nunca se tiene preferencia, ni siquiera cuando las señales de tráfico te la conceden.
    Agradezco mucho tu comentario, amiga.
    Cariños grandes.

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