Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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30. Tiempos felices (Juana María Igarreta)

Félix siempre ha tenido un don especial para llegar al alma de las cosas, y por eso se hizo relojero.

Recuerda los relojes que su padre, cuando por ventura podía dedicarle un rato, le dibujaba con asombrosa pericia en el brazo. Observando los efímeros tatuajes su corazón palpitaba exultante, “tic-tac”, “tic-tac”…, marcando el compás imposible de aquellas ilusorias máquinas del tiempo. Pero el primer reloj que de verdad abrazó su muñeca fue un reloj “de mentira” que su abuela le compró en una feria. Surgiendo entre las manecillas lo miraba un sonriente Mickey Mouse, al que Félix correspondía con la dicha instalada en sus vivarachos ojos negros.

Empezó a dudar de la percepción del tiempo cuando Alaia, una chica de la clase de los mayores, lo sorprendió con un beso relámpago tras preguntarle la hora; el niño que salió al recreo era otro cuando volvió al aula. Al sonrojo del desconcierto le siguió la alegría del hallazgo: una nueva e intensa emoción de la que aún desconocía el nombre.

Cuando murió la abuela supo que la felicidad es un reloj de frágil esfera en la que, de repente, se pueden oscurecer las horas.

12 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    El tiempo, matemáticamente hablando, es algo medible en tiempos exactos, no puede alargarse ni lo contrario; sin embargo, la percepción del mismo varía mucho dependiendo de la vivencia a la que vaya asociada. Los instantes felices son, de alguna manera, eternos, aunque solo mientras duran (valga la paradoja), según dice también Ismael Serrano en una de sus canciones. Las horas igualmente, pueden estar llenas de luz o de tinieblas, como bien comprueba tu personaje.
    Un relato entrañable, desde el recuerdo, con el descubrimiento del mundo que proporcionan las primeras experiencias.
    Un abrazo, Juana. Suerte

    1. Hola, Ángel, pues sí por mucha prisa que queramos dar al tiempo él siempre pasará a sesenta minutos a la hora, aunque a veces nos dé la sensación de que los minutos se eternizan o pasan fugaces. Lo que nos pasa en la infancia nos marca bastante. Lo triste, salvo que sea algo muy traumático, tendemos a suavizarlo o a olvidarlo, pero lo feliz lo retenemos en nuestra memoria, incluso a veces lo acabamos idealizando. Muchas gracias por comentar. Felices Navidades y un abrazo.

  2. María Jesús Briones

    Siento debilidad por los relojes, y este relato me ha hecho sumergirme en la fantasía y en la realidad del paso de tiempo que siempre es nostálgico. Nos trae imágenes imborrables que, cómo dice la canción, nos gustaría detener.
    Una dulce lectura para la Navidad, Juana.
    Toda la suerte y un besito virtual.

    1. Hola, María Jesús, comparto contigo la debilidad por los relojes, de hecho aparecen en bastantes de mis micros. Y sí, recordar tiempos pasados felices nos llena de añoranza y nostalgia. Si tuviéramos esa mágica máquina del tiempo para viajar de vez en cuando al pasado… Eso sí, saltándonos lo triste, que a veces fue más de lo que recordamos. Gracias por lo de «dulce lectura para la Navidad», me ha encantado. Besitos también para ti.

  3. Qué bonita y emotiva historia, Juana, me has recordado con qué ilusión recibí mi primer reloj, fue en mi primera comunión, «ser dueña del tiempo» te hacía sentir TAN importante… ja ja ja
    He vivido con Felix todas esas experiencias y descubrimientos, que tarde o temprano tenían que llegar, es ley de vida.
    Aprovecho para felicitarte por la mención de tu excelente relato «Bajo el tic tac del miedo», que qué casualidad 😉 también hablas de relojes, es evidente que te inspiran.
    Un abrazo muy grande y desearte de corazón unas ¡Felices Fiestas!

  4. Hola Rosy:
    Me alegra saber que te ha emocionado el micro y haberte llevado con él a recordar tu primer reloj en tu primera comunión sintiéndote «dueña del tiempo» (qué bonito) y TAN importante, ya lo creo. Es verdad, los relojes siempre me han resultado misteriosos, mágicos e inspiradores. Muchísimas gracias por tus palabras y felicitación referida al micro anterior. Otro gran abrazo, junto a mis sinceros deseos de que tengas unas ¡Felices Navidades!

  5. Un micro agridulce, que entremezcla todos los relojes: los «tatuados» con lapicera en el brazo, los de Mickey Mouse (casualmente, mi hermana supo tener uno; el mío tenía la cara de un gato cuyos bigotes eran las manecillas que que hacían tic tac) y también los de la tristeza, que oscurecen las horas…

    Feliz Navidad,Juana, para vos y los tuyos. Besos 😘😘😇😇

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