100. Todo al azul
Se empeñó en llamarlo Azul porque le recordaba al mar. Nunca supe por qué, la verdad, pues el perrillo era bajito y marrón chocolate, pero le dejé hacer. Lo cierto es que a Azul le encanta bañarse en la playa en cualquier época del año, como a ella, y pasear por la arena, retozón.
A mí me llamó «amor» casi desde el principio. La primera vez me atraganté al oírlo pero disimulé y no dije nada. Le dejé hacer y la verdad es que siempre me ha hecho reír y somos muy felices juntos.
Desde que la operación no salió bien está un poco triste así que Azul y yo hemos decidido darle una sorpresa. Siguiendo sus instrucciones vamos a llevarla a ese restaurante nuevo junto al mar (por fin uno con rampa), para que pueda disfrutar del sol de invierno en la terraza y acariciar las patitas con arena de Azul. Seguro que vuelve a sentir el mar aunque ya no pueda verlo. Y cuando yo coja su mano sabrá que llevo una de las camisetas azules que siempre me regala, me dirá algo ingenioso y volveremos a reírnos juntos. Seguro.