56. TODOS A UNA (Belén Sáenz)
No soy de meterme en peleas. Me incitó un alfilerazo de incomodidad cuando aquella mujer —que tanto se parecía a mi novia— se detuvo a mirar y luego siguió su camino sin variar el gesto. Me adentré sin pensar en la maraña de brazos y piernas, esquivando golpes e insultos mientras buscaba razones en los rostros y en las manos. Gritaba Mariano, que no levanta cabeza desde el ERE y nunca permite que le invite a un café. Vi también, o creí ver, a mi cuñado, que no es racista porque fue de vacaciones a Cuba. O si no, que se lo pregunten a las morenitas del malecón. Reconocí la gorra del Richard, el porrero que nunca hizo buenas migas con los libros. Mi madre, como si hubiéramos retrocedido mágicamente en el tiempo, se retaba a voces con la vecina. Los bultos de carne, que no parecían regirse por aliento humano, ascendían o descendían en la Noria de la Fortuna. Yo comencé a rodar manoteando, arañando, mordiendo. Reconociéndome, para mi horror, en el ímpetu acre del violento, en la saliva ácida del intolerante. Y aún sin saber cuál debía ser mi bando, como si eso fuera a cambiar algo.
«Hay otros mundos pero están en éste. Hay otras vidas pero están en ti». Paul Éluard lo dijo con pocas palabras, tú has empleado algunas más, que da gusto leer, para componer una historia con algo de esa esencia. En un momento todo puede torcerse, puede brotar de nosotros una reacción de la que casi no somos conscientes, nada reflexiva, simplemente, porque la teníamos dentro.
Todo está en el interior, lo que saquemos afuera suele ser decisión propia en la mayoría de los casos. Actuar por puro instinto, sin pasarlo antes por el filtro del razonamiento, tiene consecuencias imprevisibles.
Un relato muy trabajado, diferente, quizá con varias posibles interpretaciones, espero haberme acercado un poco con la mía.
Un abrazo y suerte, Belén
Aprendendiendo siempre de tus comentarios, que te agradezco muchísimo y que tanto acompañan, Ángel. Un abrazo para ti también.
Uy, cuántas capas tiene este relato. Debajo de ese follonero que se mete en bulla como los demás, porque sí, por impulso, hay una crítica feroz. O así me lo parece. Muy intenso. Grande.