06. TRAGALDABAS – EPI
Una tarde de septiembre de hace 55 años, llevé a mi hermana pequeña a la feria de Valladolid.
Al llegar al Campo Grande, en mitad de la explanada, estaba un gigante tumbado con la boca abierta, Gargantúa se llamaba.
Mi hermana me apretó fuertemente la mano y se escondió detrás de mí.
Se oían las risas de muchos niños, qué hacían cola para subir por las escalerillas hacia la boca del monstruo.
Tiraba de mí hacia atrás y yo intentaba que no tuviera miedo, que era muy divertido.
Nos pusimos detrás y cada vez que entraba un niño por la boca, esta se cerraba con gran estruendo.
Cuando llegó nuestro turno, la empujé hacia dentro, se cerró la boca y salí corriendo hacia la parte de detrás.
Juro que no tardé nada, pero al rato, salió un niño y otro y mi hermana no apareció.
Hablé con el encargado del tragaldabas, se avisó a la policía, se desmanteló la atracción y en el entramado de madera se encontró uno de los zapatitos de ella.
No hubo explicación, solo culpa, hasta el día de hoy, en que he recibido una carta suya.
¡Ay, Epi!, ¡necesito leer esa carta! Me has creado una terrible necesidad…
Una historia terrorífica, con niños como protagonistas y un gigante lúdico, que encierra un misterio. Con razón la muchacha no quería meterse ahí dentro. Sin embargo, no todo es tan espeluznante, la carta de la hermana desaparecida suaviza el drama, aunque aviva el misterio para el que surgen muchas preguntas: ¿Cómo le fue? ¿Dónde fue a parar?
Una historia gigantesca que deja con ganas de más.
Un abrazo y suerte, Epi
No creo que haya otro relato que me guste más. Tus textos suelen hacerme gracia siempre; este me ha cautivado.
La carta no se dónde estará, pero el Tío Tragaldabas y la Tía Melitona, que tantos niños han digerido (a mí incluido) durante décadas, podéis verlos aquí:
https://www.google.com/search?q=la+tia+melitona+valladolid&client=ms-android-vivo-rvo3&prmd=imnv&sxsrf=APq-WBvsh3IxmIOAOcFInIQAasx3tc5Eyg:1645046559334&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwjM4Lr-k4X2AhW4hP0HHVs5CvYQ_AUoAXoECAIQAQ&biw=384&bih=724&dpr=1.88#imgrc=jLXEGS0sDkpqyM&imgdii=C8yT1oPk7VX3qM
Lo que empieza con un relato de un juego que todos conocemos de nuestra infancia, pasa a tener ese punto trágico con la desaparición de la niña y luego esa carta misteriosa…
Sólo falta un
Continuará…..
Rosalía, Rosalía
tú lo tienes que saber,
Pues no, lo anterior es de una canción de Cuerpos y Almas.
Tengo la carta sin abrir encima de la mesa.
Un beso.
Angel, gracias por tu comentario. Eran gigantes para nuestro tamaño.
Un abrazo.
Edita, cautivado me dejas a mi.
Rafa, en mi infancia pucelana era el tragaldaba, las marionetas y el barquillero.
Luz, en la cama te cuento un cuento….
Deduzco que ahora eres cuñado de Tragaldabas. Muy bueno, Epi.
Un abrazo y suerte.
Mi padre solía decir que eras un tragaldabas cuando comías deprisa y casi sin masticar, cuando todo te venía bien y no reparabas en si había o no que compartir. Es muy chula tu historia y…¿la carta traía explicaciones?
Un saludo y feliz finde, Epi.
Creo que soy yo Rafa jaja
Un abrazo.
Mercedes, era el uso coloquial del glotón.
En Valladolid ya no aparece.
Un beso.
Un relato genial, Epi. Recuerdo haber visto ese gigante tragón hace tiempo, en algún lugar. Nunca lo usé. Nunca le miré directamente a los ojos, creo. Ahora ya sé porqué. Me ha encantado como has ido acercándote y lo bien que todo está descrito. Maravillosa historia. Suerte y abrazos.