19 TRAVESÍAS DESIGUALES
La ciudad del amor no se encuentra en este mundo, susurraste con un hilo de voz la última vez que nos vimos a escondidas bajo los soportales del ágora. Tus ojos pálidos, vencidos de fiebre, me invitaban a seguirte.
Te enterraron envuelta en collares de perlas y fíbulas, brazaletes de oro y diademas de zafiro. Mi cuerpo, en cambio, fue incinerado en pira humilde junto a la espada de cedro con que me traspasé el pecho el día después.
Supongo que ya habrás cruzado allí.
Yo hace meses que aguardo en la otra orilla, donde el frío lacera la piel y nunca amanece, esperando a que algún piadoso viajero me entregue un dracma de oro para poder pagarle la travesía al barquero Caronte.
Dicen que la muerte nos iguala a todos, puede que sea verdad, pero hasta que no llegue el momento no podremos comprobarlo. Lo que esta claro es que, en vida, ricos y pobres no lo tienen igual de fácil, puede que esta circunstancia, que va más allá de un simple detalle, traspase los límites de una dimensión a otra, quién sabe. Ojalá estos dos personajes acaben por encontrarse en esa ciudad del amor, lo ideal sería que fuese en términos de igualdad. De momento, deseemos que este personaje pueda pagar al barquero.
Partir de los clásicos para crear historias es una forma de mantenerlos siempre vivos, al tiempo que se les homenaje, circunstancias positivas todas que confluyen en tu relato, con las diferencias sociales como elemento casi insalvable de fondo.
Un saludo y suerte, Ignacio
Hola, Ignacio. Aunque es tristísima esta historia de travesías desiguales, puedo decir que me encantó por la forma en que está narrada, y a lo que te dice Ángel sobre que la muerte no ha igualado a todos en este micro, yo agrego que a mí me hizo acordar a esta línea del Padrenuestro: «Así en la tierra como en el cielo». Una termina de leer, y lo que más desea es que él, alma enamorada, consiga por fin ese dracma.
Cariños,
Mariángeles
Hola Ignacio
Un precioso y triste texto de amor. Un amor imposible como tantos ha habido y habrá. Un amor provocador de un suicidio, nada nuevo en este mundo pero todo ello muy bien narrado. El final en palabras más coloquiales sería: «Poderoso caballero don Dinero». Te felicito.
Nos leemos
Lo personajes parecen condenados a tener. caminos diferentes incluso en el otro mundo y es que allá también ha ganado el materialismo, espero que alguien se apiade de él y le preste algunas monedas que es por un buena causa aunque no asegura que lo amen luego. Suerte