86. Tres cargas
Ha aparcado temprano, frente a la puerta principal del centro comercial. Una furgoneta rosa. Es la primera. Cerca del tiovivo llama mucho la atención. La encontró abierta, lo que le confirmó que el mundo de la cosmética está poblado de gente frívola y descuidada.
La segunda es una moto de tres ruedas, de esas tan llamativas, anchas como un coche. Debajo del asiento tiene espacio para una maleta. Cupo una buena carga. Ha sido la mejor opción para el aparcamiento de motocicletas frente a la catedral.
Y el deportivo es la tercera. Está contento de haber conseguido dejarlo frente al Costa Carlton. Y, aunque le pareció ridículo al principio, la llave gigante de la carroza de carnaval pegada en el capó atrae mucho a los niños. Parece un bólido que funcione a cuerda.
Este sitio, el hotel, es su preferido. Desde la ventana de la habitación lo verá todo y aquí habrá más gente que donde el triciclo o la furgoneta. Además, el coche será el último que vuele, tres minutos después que la moto y tres más tras la furgoneta. Falta poco ya: programó el reloj de la primera maleta a las tres y tres.