61. Últimas voluntades (Nieves Torres)
En el funeral de la abuela Don Ramón destacaba, entre las virtudes de la finada, el apoyo económico a las familias necesitadas de la parroquia. Mi madre negaba con la cabeza, convencida de la equivocación del señor cura. La abuela era una mujer sencilla con una pensión modesta que le alcanzaba apenas para lo básico. Don Ramón agradecía sus cuantiosas aportaciones a causas benéficas. Mi madre murmuraba: «Que no, que no». Y el párroco, «que le debían la restauración del retablo y el nuevo tejado. Y que gracias a eso el Señor le habría perdonado algunas de sus ocupaciones más mundanas».
Aquí mamá ya estuvo a punto de interrumpir la homilía y sacarlo del error, pero finalmente su prudencia pudo más que su enfado.
Con el disgusto aún en el cuerpo, nos presentamos ante el notario. Nos recibió en una sala llena de gente: abogados, agentes literarios y representantes de oenegés esperaban, para nuestro asombro, la apertura del testamento de la abuela, quien había dispuesto, detalladamente, cómo se repartirían los derechos de autor de la exitosa colección de novela erótica que firmaba bajo el seudónimo de Miss Lolitta.
Jajaja… me encanta esta abuela… ¡suerte, Nieves!
ja ja Nunca se sabe lo que esconde una abuela. ¡Muchas gracias, Dominique!
Toda una sorpresa para su familia, que no podían imaginar que la entrañable abuela, sencilla y austera, era también autora de superventas de literatura erótica, un supuesto y grave pecado que, sin embargo, es perdonado de forma oficial por quien estima lo que está bien y lo que no a nivel moral, porque el dinero todo lo tapa y suaviza.
Divertido e inesperado.
Un abrazo y suerte, Nieves