30. Un hallazgo sorprendente
Trabajada de guía turístico y había quedado con un grupo en la Cueva de la Bicicleta, cuyo mayor atractivo es la gran galería del lago, llena de pinturas rupestres. Les enseñé pinturas de caballos, bisontes, cazadores y, lo más sorprendente, de una bicicleta.
Uno de los turistas no quiso bajar y me contó su historia: «Años atrás entré con mi hijo en esa cueva dejando las bicicletas en un paso angosto, hasta que escuchamos unos extraños sonidos, como un canto ancestral, y salimos corriendo. Más tarde mi hijo entró a recogerlas y nunca volvió. Ahora, al reconocer este paraje, que tenía olvidado, parece como si reviviera todo el dolor de aquel día». La última noticia que he tenido de aquel turista es que había comprado un casco y un farol para comprobar por sí mismo que la pintura de la bicicleta era real.
Yo he seguido con mis visitas, sigo estremeciéndome con los sonidos de la cueva, y los turistas no dejan de asombrarse cuando, al llegar a la gran galería, les enseño entre bisontes y cazadores, la pintura de la bicicleta y junto a ella, otras que aparecieron recientemente con la imagen de un casco y un farol.
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¡Qué miedito da!
Nunca bajes sola a una cueva y menos con algo significativo
Fantástico tu relato Ezequiel. Me imagino a Iker Jiménez intentando solucionar el entuerto.
Te deseo mucha suerte.
Ton.
Gracias, Ton, estaré atento a la tele y a último milenio.
Qué original! Miedo da entrar a esa cueva.
El misterio está en cualquier parte, una cueva, una casa abandonada, una calle solitaria. Solo hay que estar atento a las señales.
Gracias por tu comentario.
¡Vaya por dios! Se los va tragando la cueva. Se te ha olvidado poner el lugar donde se ubica… No por nada, es por si por casualidad me presento en ella y ya no vuelvo. Creo que me lo voy a pensar dos veces antes de bajar a una.
Mucha suerte Ezequiel, desde luego tu relato no deja indiferente.
Hay que estar siempre atento a las señales, a cualquier detalle. Nunca se sabe cual será la próxima pintura ni en que lugar aparecerá.
Profunda y misteriosa cueva. las señales van apareciendo y el miedo a que encontrarnos aumentado.
Buen relato. Suerte un abrazo Ezequiel
Gracias por tu comentario. Lo dicho, atención a las señales.
Un relato de intriga y suspense final. Me gusta.
Abrazos
Gracias, Javier, esa era mi intención cuando imaginé una pintura rupestre de una bicicleta.
Que buen argumento Exequiel, eso pasa en la cueva. Si pasara en Argentina es tan normal que sean los amigos de lo ajeno.
Un abrazo, muy bueno.
Gracias Moli. Seguro que en tanto como Argentina, en España existen cuevas misteriosas y también, enemigos de lo ajeno (y estos suelen ser más peligrosos)
Ostras, Eze!!
Cualquiera se apunta a esa excursión. Conmigo no cuentes, por si las moscas.
Bueno, un micro de misterio con un final que invita a adentrarnos en el génsero del suspense intentando encontrar una explicación.
Muy bueno, me gusta mucho tu propuesta.
Un abrazo grandísimo.
Gracias Towanda. Encontrarme con tu comentario tan efusivo hace que merezca la pena bajar a la cueva
Me ha encantado tienes un toque mágico excelente. Enhorabuena.
Gracias por tu comentario. La magia existe, pero hay que buscarla.
Es una historia muy amplia para tratarla en un micro. Quizás si se concentrara en un sólo aspecto, una sola desaparición. No obstante ese guía es sospechoso y quiere mantener el puesto de trabajo. Lo dicho.
Tienes razón en que son muchos personajes y acciones para pocas líneas, pero el relato es indivisible sin que se resienta. Lo cierto es que, por es misma impresión, estoy haciendo una versión algo más larga.
Gracias por tu comentario.
EZEQUIEl, ese final misterioso da fuerza al relato. Suerte y saludos
Gracias por tu comentario.
Estas vacaciones tengo previsto viajar a Cantabria y bajaré a dos cuevas.
Procuraré no bajar solo.