32. UN NÚMERO INESPERADO
La jornada transcurría con normalidad. Habían actuado, entre otros, los trapecistas, un tragasables, dos contorsionistas, el domador con sus leones y tigres, dos magos orientales y un forzudo, que era capaz de arrastrar un camión con los dientes. Desde su pequeña oficina, el director organizaba el espectáculo e indicaba a la orquesta cuando tenía que introducir a cada personaje.
Por fin llegó el momento más esperado, en un extremo de la carpa apareció, empujado por dos ayudantes, el gran cañón. En pocos minutos se oyó una potente explosión y al momento todo quedó en silencio en el circo. En la pista central los payasos y dos ayudantes se miraban incrédulos con sus caras y la ropa cubiertas por un fino polvo gris, que también flotaba en el aire, cayendo lentamente sobre los espectadores, las azafatas, los vendedores y los músicos, que habían dejado de tocar.
Sólo el encargado de prender la mecha conocía la última voluntad del hombre bala, que había sido incinerado la mañana anterior.
¡¡Buenísimo!! Me encantó. La sorpresa final de apoteosis. Saludos.
Gracias por tu comentario
En esta propuesta de los cañones he visto algunos relatos que toman como tema el circo y al hombre bala, pero, sin quitarle méritos a los demás; éste es uno de los más originales que he leído, muy bien narrado y con un final realmente estupendo. Muy bueno.
Saludos.
Gracias Beto. La figura del Hombre Bala da para mucho.
Qué bueno, me ha encantado el final, muy sorprendente
Gracias por tu lectura y comentario
Ay no puedo evitar imaginar la cara de todos cuando se enterasen. El que prendió la mecha debía estar partiéndose de risa. Muy original ese número Ezequiel. Suerte.
Gracias. Son muchas las historias que pueden montarse con las cenizas.
El sorprendete final, justifica el relato.
Suerte, Ezequiel
Gracias María Jesús. A veces conoces situaciones que te inspiran. Dehecho, esta historia la empecé por el final
Inesperado también ese final. Buen relato, Ezequiel.
Gracias por vuestros conentario
Bonita la idea, bonita la narración hasta el final.
Gracias, Esther
Divertido final para un hombre bala que quiso dejar sus cenizas sobre lo que más amaba, el circo y los espectadores, que son quienes le infunden vida.
Muy bueno y original.
Un abrazo. Gloria
Cuando uno manifiesta sus últimas voluntades quiere aferrarse a sus vivencias u objetos más preciados o dejar un recuerdo. Sin duda, los que se enteraran que era ese «polvo gis» no lo olvidarán nunca.
Gracias Gloria.
Número inesperado e inesperado final. Qué mejor manera de despedirse del circo para el hombre bala. Me gusta. Un abrazo.
Gracias, Luisa, por tu comentario.
Supongo que al final uno intenta aferrarse a lo que más ha querido o más le ha marcado en su vida para despedirse
Original y sorprenderte final. Imagino a todos esos espectadores tintados de gris ceniza. No sé como reaccionaran cuando sepan que el hombre bala ahora forma parte de sus vidas.
Un abrazo.
Gracias ,Belén. El ansia de pervivencia puede tener resultados curiosos
Ezequiel, es facil imaginarse la situacion a partir de como nos la cuentas, buen relato y giro final. Suerte y saludos
Gracias por tu lectura y comentario.
Buenísimo. Genial. Un bombazo (¿o debería decir mejor un cañonazo?)
Gracias por tu entusiasmo.
Pues creo que tiene todos los ingredientes que tiene que tener un microrrelato. Enhorabuena por mi parte, por tu ingeniosa idea.
Gracias Lorenzo, por tu comentario
Fantástico. Tanto el desarrollo como el final al que nos lleva. Original, ingenioso… me ha gustado mucho. Coincido con Lorenzo. Al relato no le fata nada. A ver si hay suerte. Un saludo 🙂
Gracias. Es cierto que en pocas líneas puede caber una historia y nacer otras muchas
Gracias. Es cierto que en pocas líneas puede caber una historia y nacer otras muchas.
Y no lo leí en su momento con lo que me encanta el circo. No tengo perdón.
Besazos.
Sigue deleitándonos con tus historias y te perdonamos todo
¡Felicidaades!
Gracias, espero compartir contigo el recopilatorio de los cañonazos.