05. UN POCO DE AMOR (Ángel Saiz Mora)
Las alarmas de los coches no distinguen entre robo y vandalismo, pero anuncian que algo sucede. A esos decibelios excesivos se suman los de las sirenas de los furgones policiales. El ambiente, tiznado de neumáticos que arden, solo puede ir a peor. Las gentes de bien sienten escalofríos tras cada tintineo de escaparates estallados.
Jóvenes que descargan rebeldía y frustraciones ante una sociedad que no garantiza su futuro, que protestan por alguna causa que sienten prioritaria. Agentes cargados con el peso de restablecer el orden público.
La figura que aparece es tan inconcebible en ese polvorín que todos quedan paralizados. Llega sin prisa hasta la barricada de contenedores. Su quietud imprevista sosiega el escenario. Podrían verse las bocas abiertas de asombro de no ser por los pañuelos en la cara, que finalmente desatan para probar lo que les ofrece. Confundidos, con algo de vergüenza, como niños cogidos en falta, los alborotadores optan por retirarse de forma pacífica. Los antidisturbios también, al tiempo que respiran con alivio.
Hay cosas que nadie debe saber. Esa viejecita entrañable, que repartió pastas caseras con ayuda de un andador, es la nueva mediadora especial contra la violencia urbana.
Cuando la realidad se enreda tanto, o la embarullamos nosotros, por ser demasiado complejos, tal vez lo ideal sería detenernos un momento y volver a la sencillez. Muchos ancianos, como los niños, son sencillamente fantásticos. Creo que los que ya hemos pasado esa primera fase de la infancia, y aún no hemos alcanzado la de la ancianidad, necesitamos tanto a unos como a otros para no perder del todo el norte.
Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Juan.
Un abrazo
Pastas caseras en vez de tortas, me encantaaaaa!!!
Enhorabuena, maestro. Eres el mejor!
Un toque de dulzura siempre es mejor que otro tipo de toques.
Yo solo hago bulto, tú sí que eres un maestro.
Muchas gracias, Alberto.
Un abrazo
Fantástico, tu relato. Una vez más das en el clavo de la cruda realidad. Confiemos en que esa viejecita esté vacunada, para que dure mucho su milagrosa intermediación.
Mucha suerte y un abrazo.
Sí, que siga sana y activa, porque con muy poquito consigue grandes cosas.
Muchas gracias, Francisco Javier.
Un abrazo
Eres fantástico Ángel. Me encanta tu manera de tratar los días a días. Esa viejecita y esa pasta es el mejor remedio, lo que pasa es que no queremos ver la realidad, sino nuestro ego. Mucha suerte y felicidades, eres excelentemente bueno en todos los sentidos!!
Besicos muchos.
Hacemos lo que podemos en este mundillo de las letras. El caso es aprender y disfrutar. Yo con las tuyas aprendo y disfruto un montón.
Muchas gracias, Nani.
Besos
Siempre he creido en la rebeldía creativa, constructiva. Esa rebeldía que cuestiona y busca cambio. Cuando contempllo ciertos actos vandálicos me quedo perpleja y a la vez me avergüenza pensar qué habremos hecho mal. Comprendo la inquietud de los jóvenes, a todos nos asustó la oscuridad del futuro y estos tiempos son terribles, pero no comparto la violencia. Al leer tu estupendo relato, se me ocurre que esa anciana representa la «Buena Educación». Esa que tanta falta le hace a esta sociedad. La esperanza que necesitamos. La gran mediadora. En fin… Un placer leerte, Ángel. Te deseo mucha suerte. Un abrazo con besuco.
Estoy de acuerdo en todo contigo. La protesta y reclamar lo que se considera justo es legítimo, faltaría más, pero la violencia nunca está justificada para reclamar nada, invalida cualquier argumento. A muchos nos enseñaron que con buena educación se consigue todo, muchos queremos pensar que es verdad y que resulta efectiva. También es cierto que en esta sociedad, como bien dices, parece brillar por su ausencia muchas veces, no nos vamos a engañar, por eso esta ancianita, en apariencia tan frágil y sencilla, es realmente revolucionaria.
Muchas gracias, María José.
Un abrazo
Enhorabuena Ángel. La serenidad y el cariño siempre presentes en tus relatos, pese a lo complejo de las situaciones en que se desarrollan. Un fuerte abrazo
Seguro que es más fácil imaginarlo y contarlo que hacerlo, pero si en todas nuestras acciones no faltase la serenidad y el cariño, como bien dices, todo iría mucho mejor.
Mil gracias por leer y por tus palabras, Jero.
Un abrazo grande
Buen final, Ángel: no solo por la sorpesa (que también) sino porque se agradece ese poquito de amor del título. Un abrazo
No sé si habrá más posibilidades, pero la hostilidad extrema, creo yo, tiene tres posibles respuestas: la indiferencia, una hostilidad mayor para frenarla o, tal vez, por qué no, un poco de amor. Lo que ya no me atrevo a decir es cuál sería más efectiva.
Muchas gracias Isabel.
Otro abrazo para ti
¿Qué preciosidad de mundo sería con viejecitas así!
Una buena lección a la vez que rica, rica.
Un bonito texto con una realidad hiriente y con un final por el que todos queremos apostar. Un abrazo.
La violencia callejera indiscriminada es cierto que nos hiere un poco a todos. Que quien lo practica comprenda que ese no puede ser un camino factible sería lo deseable. La mayoría, desde luego, apostamos por ello.
Muchas gracias, Virtudes.
Un abrazo
Querido Ángel: Si tuviera que darle una moraleja a tu micro sería ésta: «Se logra más con miel que con hiel», y vaya si lo tiene claro la viejita del andador, que dejó azorados a policías y manifestantes por igual, cumpliendo su función de mediadora brillantemente… Son increíbles las lecciones de la vida, máxime cuando vienen de quien menos pensamos… Las apariencias engañan, y este micro vaya si lo prueba… (Una nota de color al márgen: a lo que ustedes en España llaman «pastas», aquí en Argentina les decimos «masas dulces» y les decimos «pastas» a los fideos, ravioles, y demás delicias italianas… no me cerraba que la viejita les llevara fideos y después me avivé,jaja)
Como siempre, un placer leerte.
Suerte y besos para vos,
Mariángeles
En un campo de batalla caótico, una presencia y una actitud tan inesperada es de suponer que dejaría confuso a cualquiera. Conseguido ese efecto, tal vez el apaciguamiento podría ser el paso siguiente, deseable, además.
Aquí existen los dos significados, lo que llaman pastas de té, un dulce hecho a base de harina, azúcar, etc., o también pasta italiana en sus diversas formas; en ambos casos se trata de una masa que toma forma. Aunque se trate del mismo idioma, en cada lugar existen sus aportaciones particulares, que desde luego lo enriquecen.
Encantado de tu lectura y de tus palabras, como también de leerte siempre que tengo ocasión.
Mucha gracias y besos, Mariángeles
Vaya, qué final más inesperado, Ángel. No me había dado cuenta de que había cambiado el tema y de pronto me encuentro con un montón de relatos y el tuyo, además, con una gran cantidad de comentarios.
Pero bueno, amigo, estás siempre en el sitio justo en el momento adecuado.
Un placer, como siempre. Felicidades y abrazos.
Esta Noche Te cuento es como un imán, para mí y para muchas personas, un espacio hecho para el disfrute, que saca lo mejor de nosotros mismos.
Deseando leer tu relato, Mercedes.
Gracias y un abrazo
Pocas palabras le hacen falta a esa gran mediadora, con su sola presencia y en este caso sus «pastas» o sus simples y buenos modales diría yo, ya es suficiente para mediar en cualquier conflicto absurdo e innecesario que hoy en día se provocan con facilidad.
Muy bien dibujas la vergüenza que sienten los alborotadores sorprendidos.
Un texto magnífico.
Abrazos
Ante la crispación, tranquilidad. Ya dicen que una imagen vale más que mil palabras, y que obras son amores y no buenas razones. La presencia inesperada de esta ancianita se convierte en una tregua espontánea, que echa por tierra los excesos y hace recapacitar a quien caía en ellos. Ojalá fuera así de sencillo. Por desearlo que no quede.
Me alegra que te guste, Aurora.
Muchas gracias y un abrazo
Me ha encantado, Ángel. Debería una de éstas en cada rincón de violencia, con su receta. Nos iría mucho mejor. Mucha suerte, un abrazo.
Un equipo secreto de ancianitas adorables, bien desplegadas por el mundo, podría acabar con las tensiones que nos tienen en vilo. Ojalá pudiera ser.
Muchas gracias, Pablo.
Un abrazo
Pues sí, Ángel; si se profundiza, seguramente sea la falta de amor el principal motivo de muchos de nuestros actos violentos. Y ante ello nada mejor que este encantador super agente secreto que has ideado, apareciendo donde nadie lo habría esperado y aglutinando en sí mismo toda la ternura de una abuela o una madre. Perfecto planteamiento llevado a cabo con la maestría que la historia merece, esa misma que te caracteriza. Un relato que deja una gran huella tanto por su significado como por sus poderosas imágenes. Enhorabuena y mucha suerte con él. Un abrazo, amigo.
Dejando claro que nunca hay que llegar a la violencia, que deslegitima cualquier protesta, la falta de empatía está en el germen de buena parte de los conflictos sociales. Los problemas y hasta los enfrentamientos no tienen siempre soluciones sencillas, pero para abordar cualquier conflicto primero hay que calmar los ánimos. Un poco de sentido común, un gesto que aplaque el fuego, siempre será bien recibido.
Muchas gracias Enrique.
Un abrazo
Ojalá en estos tiempos que corren, una viejecita con pastas, muy dulces seguro ambas, sirviera para encauzar nuestras diferencias y adversidades.
No hay que perder la esperanza.
Suerte.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
No voy yo a discutir que en ocasiones determinadas no quede más remedio que frenar a la fuerza con fuerza, siempre dentro de unos límites, por supuesto. Pero lo de que la violencia engendra violencia, y «ojo por ojo y el mundo quedará ciego», que dijo Gandhi, también tiene su fundamento. Por probar otras formas de actuar contra los conflictos poco se pierde, por desear que haya menos encontronazos y que, de haberlos, se resuelvan pacíficamente, tampoco. Por soñar e imaginar que no quede tampoco.
Muchas gracias, David
Hola, Tocayo.
Un relato entrañable que guarda en secreto un arma nada convencional para mantener la paz social. Muy original.
Espero que todo marche sobre ruedas.
Un cálido abrazo.
Ojalá todas las armas de este mundo fueran lo suficientemente poco convencionales como para no ser violentas. La paz social, qué gran expresión.
Agradezco mucho tu lectura, tocayo.
Mientras quedo a la espera de leer tu relato, ahí va otro abrazo
Alarmas, sirenas, estallido de cristales, olor a neumático quemado… Has dibujado con palabras tan al detalle la situación, que por un momento me he sentido viviendo ese ambiente confuso y tenso. Me gusta cómo has reflejado a las personas que protagonizan la escena:»Jóvenes que descargan rebeldía y frustraciones ante una sociedad que no garantiza su futuro, que protestan por alguna causa que sienten prioritaria». «Agentes cargados con el peso de restablecer el orden público». También Hablas de alborotadores «confundidos, con algo de vergüenza, como niños cogidos en falta». Personalmente comprendo la rabia y frustración de algunos jóvenes ante un futuro tan incierto. También pienso que existen los «alborotadores de oficio» que radicalizan y distorsionan la imagen del resto. La viejecita repartiendo pastas y sosegando la situación me parece muy entrañable, y casi con dotes mágicas. Si existiera, habría que implantar la figura de » mediadora especial contra la violencia urbana» en todas las ciudades. Muy buena propuesta, Ángel. Suerte y un abrazo.
Esos «alborotadores de oficio» que mencionas existen, por desgracia. A veces son vocacionales, es decir, que el simple hecho de hacer daño les produce una incomprensible satisfacción, la causa es lo de menos; mientras que en otras ocasiones son poco menos que alentados o casi «contratados» por intereses espurios. Una cosa es la legítima protesta y otra el caos. Es de temer que esos personajes en concreto hayan perdido toda vergüenza y ni siquiera la magia de esta ancianita llegue a ablandarlos. Pero vamos a pensar que «un poco de amor» puede hacer milagros.
Muchas gracias, Juana. Gracias por leer y comentar.
Un abrazo
Me ha encantado esa sucesión de imágenes de caos, confusión y violencia rotas por el calmo andar de una viejecita entre bombas y trincheras. La primera frase ya engancha y la forma en la que vas focalizando nuestra mente hacia tu cámara me ha parecido sensacional. Geniales mensaje y forma, como siempre. Un abrazo, Ángel.
En un mundo caótico y despiadado, ajeno a todo respeto, de ruptura total y enfrentamiento sin paliativos, una figura apacible e inesperada puede contribuir a sosegar los ánimos, indicándonos que nos complicamos la vida en exceso, que, posiblemente, las cosas son más sencillas de lo que nos empeñamos en creer.
Muchas gracias y un abrazo, Rafael
Hola, Ángel, qué bien traída a esa viejecita para poner paz. Imaginativa y original la forma que eliges para cerrar un micro repleto de tantos matices.
Un abrazo, compañero, y mucha suerte.
En realidad no lo sé, o no lo sabemos, solo podemos imaginarlo, pero no frenar tantos ímpetus, no detenerse un momento, al menos, ante un personaje tan tierno, lleno de bondad y altruismo, parece difícil. Si alguien es capaz de poner paz es ella, su sencillez y sinceridad derriba cualquier barrera.
Muchas gracias, Rosy.
Otro abrazo para ti
Frente a un escenario de barbarie nos regalas un giro final lleno de ternura que nos reconcilia con el ser humano.
Excelente relato, Ángel. Te deseo muchísima suerte, amigo.
Besos apretados.
Cuando todo se vuelve un infierno, tal vez la solución sea intentar hacer algo que nadie espera, sencillo, sin alharacas. Solo el hecho de detener la barbarie ya es un paso.
Muchas gracias, Pilar
Besos