91 Un robo con estilo
Después de mucho rogar a su padre, opuesto desde un inicio a tanta ostentación, al fin pudo adquirir todas las piezas del conjunto: un gorro de pelo de oso, un abrigo de cuero caprino y un tanga de piel de oveja para mantener su virilidad a salvo del frío. Sin olvidar los zapatos que tenían impreso en el costado el logo de la diosa alada para sentir que volaba. Siempre y cuando no le metieran una zancadilla. Al levantar la vista del suelo donde yacía tirado, contempló al grupo de chicos inmigrantes. Tenían los ojos rojos por estar esnifando alguna sustancia, lo que los hacía más peligrosos a la hora de negarse a darles la ropa. A cambio de dejarlo partir con la indumentaria, les ofreció cecina, pescado seco, miel, puntas de flecha sílex que traía en el morral, incluso unas imágenes pornográficas de mujeres de pechos y caderas prominentes. La negociación terminó con una piedra contra el cráneo Sintió cómo le quitaban las valiosas prendas hasta dejarlo desnudo y descalzo. Mientras, recordaba las advertencias paternas de que un neardental no podía andar bien vestido sin despertar la envidia y el instinto asesino de un homo sapiens.