86. Un verano diferente. (María Inclán)
Os juro por mi vida que yo nunca me había fijado en los pechos de mi tía. HASTA QUE LLEGÓ FEDERICO, mi primo. Nos habían enviado al pueblo a pasar un mes con nuestros parientes como años anteriores desde que tenía uso de razón.
Sentados a la mesa sentí un codazo y su mirada se dirigió a los montículos de mi tía.
Mi tía llevaba un vestido ligero con escote pronunciado. Al servirnos en nuestros platos la apetitosa ensaladilla parecía que un pecho se le fuera a salir. Quedé petrificado, casi sin aliento, me resulto extraño comprobar que por primera vez veía diferente a mi tía, la verdad era guapa y nunca lo había percibido.
Recibí una colleja de mi tía.
– Te has quedado atontado, ponte a comer.
Me sonrojé esperaba que no se hubiera dado cuenta donde llevaba rato mis ojos posados.