60. Una de tantas de la España vaciada (Rosy Val)
Atravieso la verja. Recorro despacio el camino que va hasta la casa, evocando en cada paso la veintena de años que viví feliz en ella. Contengo la emoción por volver a verla.
Vengo preparada.
Para encontrarme con un halo de luz colándose por la persiana, delator de miríadas de telarañas cubriendo vigas, suelos y paredes. Insectos devorando muebles. Recetas caducadas pudriéndose en la alacena. Ennegrecidos de hollín, cacharros, sartenes y cazuelas. La jarra de barro en la mesa, custodiando las cenizas de sus últimas margaritas y amapolas. Entre marañas de polvo, ese instante eufórico; el de padre y madre anunciándome que una vida mejor en otro lugar nos esperaba. En el cajón de mi mesilla, un siempre te amaré, envuelto en un pañuelo de lágrimas petrificadas…
Al acercarme al portón descubro un felpudo que no recordaba. Ventanas vestidas de primavera. Olor a limpio, a vida, a puchero. Una pareja joven, con las puertas de par en par preguntándome sonriente qué deseo. Y a dos preciosas niñas corriendo hacia mí, como si me conocieran de toda la vida.
Me voy feliz. Antes, les hago entrega de una llave que llevaba cuarenta años guardada.
Precioso, Rosy, esa nueva vida para un hogar que fue abandonado tanto tiempo atrás. Y el acto simbólico de entregar la llave custodiada cuatro décadas. Me ha emocionado.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía, por tus bellas palabras.
Un abrazo
¡Ay Rosy! ¡Cómo me recuerda tu relato cuando vendimos la casa de mis abuelos en el pueblo! Tantos veranos felices acumulados allí… la pena por no volver… y la alegría de que los nuevos dueños la vayan a cuidar y quieran, a su vez, ser felices en ella. Me he visto reflejada y hasta se me ha escapado una lagrimita. Un micro realista y conmovedor a más no poder.
Mucha suerte con él y un besazo.
Ana María, gracias por tus emotivas palabras, gracias también por hacerme participe de tu historia.
Un besote así de grande.
Una primero parte melancólica, llena de tristeza y abandono. La segunda, esperanzada y feliz. Una casa tiene muchas vidas, mientras sus cimientos aguanten.
Conmueve.
Hola, Rosa, esa era la intención, en la primera parte la protagonista teme encontrarse con una casa caótica, para descubrir que ahora es un sitio precioso donde vivir.
Agradecida por dedicarme tu tiempo.
Un abrazo.
La España vaciada está llena dw vidas que fueron, pero luego se marcharon o terminaron. En el caso de tu protagoniata hay un renacer lleno de presente y futuro. Ojalá fuera así siempre.
Un abrazo y suerte, Rosy.
Ángel, una vez más, ¡gracias!
Un abrazo.