69. UNA HORMA SIN MEDIDA
Sacó lustro a sus viejos zapatos marrones, una vez más. Último regalo antes de “aquello” que mutó su vida y lo convirtió en el esperpento que caminaba solitario por las calles.
Cubrirían sus pies en vida y en su muerte, ajenos a modas.
En reposo, siempre ocuparon el mismo espacio: a un lado del perchero, en la entrada, asomando 3 cm de sus puntas; ni un cm atrás ni uno adelante.
Uno le quedaba perfecto, el otro, le hizo algún “apaño” sin descolocar esos hierros que sustituyeron su pierna tras el accidente.
Pensó que no saldría de aquello; se equivocó: él, lisiado, conquistó de nuevo la tierra ; y ella…
Leyó en el periódico: Por fin se inician las obras del ensanchamiento de la carretera nacional….No pudo continuar… Ya se habían caído las hojas del calendario arrastrando una década consigo .Trataba de recordar si fue el estado de la calzada o la suela de sus zapatos deslizándose por el acelerador lo que provocó el accidente. Poco importa decantarse por una u otra razón; tan solo queda el vacío y un marchar con rozaduras de las piedras encontradas en el camino.