25. Una mañana de esas
Esta mañana ha sido una mañana de esas en las que apetece tomarse un café en Praga, pedirle prestada la estola negra con broche de insecto a Elsa Schiaparelli y pasar a saludar a Kafka. Porque la luz invitaba a la fuga y a la fantasía, y ahí estaba yo, convertida en el muñequito de Google Maps pegando zancadas por el casco antiguo y dándomelas de intelectual y sofisticada, cuando en realidad estaba sentada en el jardín administrándome un chute generoso de vitamina D, embobada viva con la luz, sí, esa luz especial que tienen algunos días que hace que te vayas a donde quieras… aunque siempre no pasa esto, eh, que tienen que darse las condiciones idóneas; que todos los días no lucen igual, ni la luz, por mucho sol que haya, te invita a irte a Praga a tomar café. Son cosas especiales que surgen, así, espontáneas, una alineación entre los astros y el cerebro, que os creéis que todo es tan sencillo y no, no lo es, si no estaríamos todo el día por ahí y ya veis que no pasa. Pero hoy sí, definitivamente ha sido una mañana de esas.
Muy original en el tema y la forma de contarlo. Me ha gustado mucho.
Gracias, Paloma. Saludos.
Igual que existen momentos de éxtasis, breves e intensos, como los contrarios, otros en los que una sombra nos abruma, tu protagonista hace un análisis de su percepción en un momento dado, del que disfruta, más si cabe porque es consciente de que no va a durar para siempre. Hay en sus reflexiones tanta imaginación como asidero a la realidad, no sea que le caiga toda encima de repente y el disfrute se transforme en pesar, somos así de cambiantes.
Solo queda desear a tu protagonista que disfrute cuanto pueda de su fantasía y ensoñaciones, aunque sea manteniendo la punta de un pie en el suelo, y a ti felicitarte por este relato tan intuitivo e interesante, en el que muchos nos podemos sentir identificados de alguna manera.
Un abrazo y suerte, Ana
Muchas gracias, Ángel. Un abrazo de vuelta.