06. UNA PEQUEÑA HISTORIA
Voy a contaros algo que me está sucediendo últimamente.
Veréis, yo siempre amé la fotografía porque me parecía que, proyectando mi mirada a través de una cámara, podía fijar las imágenes del mundo para comprenderlo mejor. La velocidad del tiempo desaparecía cuando, luego, en la soledad de mi cuarto, repasaba con calma todos los instantes que mi objetivo había captado fielmente para mí y que, en un futuro lejano, darían cuenta de mi paso por el mundo. Por eso los guardé como un tesoro.
Pero ¿Sabéis? Resulta que ahora, que casi rondo la tercera edad y ya he llegado a ese futuro, la fotografía está dejando de interesarme para ir cediendo paso a la mirada directa, sin intermediarios.
Vuelvo a la desnudez de mis ojos y, huyendo ya de los días veloces, los voy girando hacia el interior para intentar captar, a estas alturas de mi vida, tan solo la lenta esencia de las cosas que, aunque algo desdibujadas, siguen emocionándome todavía.
Y no sé, queridos amigos, si no acabaré por cerrar definitivamente los párpados cualquier día de estos, porque creo que tengo ya el mundo dentro de mí.
Cuanto más jóvenes somos más tendemos a acumular objetos de todo tipo, pensando que seremos eternos, o casi, y que nos acompañarán siempre. Ese entusiasmo y hasta pasión por cosas concretas, como la fotografía, con los años se diluyen. Es difícil mantener la emoción cuando ya empezamos a darnos cuenta de que nuestro tiempo cada vez es menos nuestro y pertenece a las generaciones que vienen, cuando el pasado que encierran esas imágenes es solo eso, pasado, que algún día no le interesará a nadie, como tampoco, casi ya, a nosotros.
Tu protagonista comienza a darse cuenta de esta realidad y se centra, como ella dice (pienso que es mujer), en las cosas que aún le emocionan, preparándose para cerrar los ojos porque el mundo de fuera ya está absorbido y aprendido, nada tiene que enseñarle. Asimila, en definitiva, que su ciclo ha terminado, para lo que se necesita mucha honestidad y sabiduría.
Un relato reflexivo, una pequeña historia que es grande, que la mayoría de nosotros antes o después viviremos, con unos detalles u otros.
Un abrazo y suerte, Puri
Gracias, Ángel, una vez más. Tus reflexiones son siempre tan acertadas y cariñosas, que no puedo dejar de agradecértelas. Y, en efecto, la esencia agridulce de mi relato es, exactamente, la tú tan bien describes. Un abrazo, amigo.
La que tú tan bien describes, quise decir, Ángel. Perdón.
A lo largo de la vida vamos aprendiendo a conocernos, este relato tiene por protagonista a una mujer que se conoce tan bien, que ya no precisa ni siquiera la ayuda de las fotos en las que en otro tiempo se apoyaba para construir su realidad. Mucha suerte para esta historia de una vida plena, Puri.
Muchas gracias, Paloma, porque es muy acertada tu reflexión. Cuando ya se amontonan los años, atesoramos tantos recuerdos que apenas hay sitio para guardar más. Entonces, volver a la simple mirada es una buena opción. Un beso, guapa.