25.Vanidad Daniel Irazu
La lápida con sus adornos: la cruz, el ángel alado y el libro abierto, eran de mármol.
Las inscripciones, el nombre del excelso y la data de las dos efemérides, se adivinaban mal bajo una película de liquen.
Encima, un gato al sol se aseaba con la lengua.
Me equivoco mucho o se trata de la lápida de Edgar Allan Poe.
Suerte.
Un relato siempre queda sujeto a la interpretación del lector. Si mi cuento te ha evocado la tumba de Poe, yo no soy quien para contradecir tu imaginación.
Gracias por el comentario.
Me uno a la teoría de Virtudes. Mucha suerte 🙂
Me remito a la contestación anterior.
Gracias por el comentario.
Muy logrado el título que reitera la temática del relato. La vida (en este caso la insignificante del gato) prevalece sobre la muerte de alguien que seguramente fue importante y ya no es más que polvo. Vanidad de vanidades.
Discrepo en que la vida de un gato sea insignificante. Imagínate que el gato es una reencarnación del excelso. Y, en todo caso, la vida, hasta la del liquen que cubre la tumba, es importante. A qué no sabías que, a veces, pienso en hindú -la última frase es un guiño entre amigos, para quienes lean esto y desconozcan que Paloma y yo nos conocemos-
Gracias por tu comentario.
Ese cierre con el gato como protagonista, le imprime un toque de misterio que hace muy bueno a este microrrelato. Me gusta, suerte.
Saludos.
Gracias por tu comentario.
Pues yo debo estar un poco despistada porque no veo esa similitud con la tumba de Edgar Allan Poe , tan traída y llevada con su misterioso hombre del coñac pero seguro que me sacáis del despiste.
A mi lo que me parece es que has conseguido lo que querías y anunciabas en el titulo como apunta Paloma, y el detalle del gato, creo que es muy buen cierre, con esa imagen pasmosa , corriente y rutinaria que tienes esos bichitos para asearse, lejos por supuesto de lago » excelso».
Bueno,qué decirte…, el gato, ese gato, es el origen y el fin del micro, lo demás es vanidad.
Gracias por el comentario.
Pues yo he mirado en internet fotos de la tumba de Poe. No se parece en nada a la que describe Daniel.
Como la de Daniel (no la suya, joe, la de su relato) os puedo asegurar que hay una en el cementerio de Bilbao, que aunque se llama así está en Derio, que es precioso, antiguo y que tiene visitas guiadas. La tumba en cuestión tiene solera y da muuuuuuuucho miedo. Está ennegrecida por el tiempo y la lluvia y tampoco se distinguen muy bien las fechas.
El relato de Daniel me encanta. Está claro que seamos lo vanidosos que seamos, con parafernalia, pompa, exageración, estatuas y lo que quieras… cuando te vas, adiós muy buenas. Y lo mismo vale para los gatitos mininos, que ya sabéis que me encandilan. Lo se de buena tinta, porque he tenido gatos en casa. El problema, mio sin duda :-), es que vivo en un séptimo… Ay, qué pobres…
Vanitas vanitatis.Este micro genial habría que ver enviarselo a muchos políticos y presentadores/locutores de los medios.
Suerte y saludos.
Antes decía que, a veces pienso en hindú, admito que no he alcanzado la iluminación que demuestras con tu cosmogonía.
Gracias por el comentario.
Mi gato no pretende subir tan arriba (ni en ascensor hasta un séptimo), es un gato sabio, y como tal, detesta las alturas.
Gracias por tu comentario.
Bluess, me he liao con tanta escalera. El comentario anterior era para Aurora.
Agradezco el tuyo. Saludos.
A mí cuando un » relato» ( cuente o no) me sugiere un cuadro o una escena, es que me gusta, Y este me ha sugerido una imagen completamente plástica: » Naturaleza muerta con gato al sol que se aseaba con la lengua».
La verdad es que el titulo que le has puesto es un relato en sí, y mucho mejor que el mío (me refiero al cuento completo, con vanidad y todo)
Dicen que el arte pictórico comenzó en exposiciones murales en las cavernas, que las manos impresas en los recovecos de la grutas son representaciones simbólicas y mágicas, puede ser…y también puede dejar de ser, o no ser…yo cuando he pintado las paredes de mi casa, a veces me apoyado en ellas…aunque yo las tenía pringadas de blanco, no del color rojo de la arcilla.
De lo que estoy seguro es de la discreción de los gatos.
Me se olvidaba,
Gracias por el comentario.
Daniel, tu escena lo ha reflejado perfectamente, la vanidad, como todo, es un tema pueril ante la certeza de la muerte. Muy bueno. Abrazos.
Gracias por el comentario.
El gato que se ha escapado del cuento y ha encontrado un nuevo hogar. Un buen relato que hace reflexionar.
Gracias por el comentario.
Daniel tu micro es muy visual,y plástico,y el toque del gato acaba por hacerlo mas real. Yo según lo iba leyendo me fue fácil visualizarlo, y eso es muy importante para el lector.
Me ha gustado por su sencillez y su punto de realidad
Gracias por el comentario.
No llego a enlazar el título con el texto. Sospecho que el libro hace referencia a un escritor (vanidoso como todos) y al final termina siendo urinario de gatos.
No te preocupes sino enlazas, todos tenemos nuestras limitaciones. Lo que ya me resulta extraño es que veas que el gato mea para arriba.
Gracias por acercarte hasta aquí.
A ver…
Daniel, leyendo tus comentarios es evidente que posees un bagaje cultural infinitamente superior al mio.
Eso no es ni bueno ni malo. Es lo que es, y punto.
Entonces no me duelen prendas en admitir que no he entendido tu relato.
Leo comentarios de otras personas y, sí, parece que hablas de lo efímero de la vida (y como tal del éxito, la fama, y demás…). Pero al hacer alusión a que también el liquen es un ser vivo(cierto, por otra parte), pues ya no sé si el gato es el muerto reencarnado o el propio liquen, o en realidad no doy pié con bola.
Lo que tengo claro es que tu historia es hipnótica. Y se queda en la mente, y no se va…
Al menos eso me ha ocurrido a mí.
Un saludo afectuoso.
Y pie sin tilde, por Dios!
Me has hecho ver con tu texto la escena. No se puede pedir más, has conseguido, lo digo por mí, que a partir de ahí imagine unas cuantas historias.
Suerte
Besitos
Gracias por el comentario.
Si te parece bien podemos dejarlo como sigue: 1. Que no encuentres mis relatos es consecuencia de mis desvelos por ocultar mi identidad. 2. Sé herir pero jamás lo he intentado contigo. 3. Considero, y admites, que, a veces, te comportas de forma impulsiva; es un actitud legítima pero que tiene consecuencias. Te aconsejo que midas tu grado de tolerancia a los inconvenientes de la espontaneidad y juzgues si te mantienes en ella. No valoro, sólo digo. 4. El comentario que me parece inconveniente no lo has escrito tú. 5. Por mi parte, admito que soy irónico y que la diplomacia es una sabiduría que practico con cierta discrecionalidad. Juego, gano o pierdo, pero no me importa sentarme a una mesa de tahúres. 6. Si te ha quedado claro que obro, mal o bien, pero con nobleza, te seguiré contestando con sinceridad.
Un saludo.