Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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74. Varado

Siempre ha sido un viejo de vara en mano, de esos que disfrutan cuando hurgan entre los matojos y los agujeros, de los que descalabran cualquier bichejo que salga corriendo y que atesoran en su casa todo lo que encuentran por ahí. Tiene una técnica depurada, y se enorgullece, un giro de muñeca, una habilidad innata revolviendo el mundo. Un ruido, unos brillos, una forma: se emociona, incluso antes de escudriñar. Nota un algo, un nerviosismo extraño, como cuando descubrió un anillo dentro de un viejo nido de urraca tumbado por el viento. O la mañana que rescató una boina nuevecita en unas matas de romero, junto al camino, y que aún conserva el olor. O, enterrado bajo un brezo, el reloj de cadena herrumbroso que todavía funciona y luce cada cinco minutos en el casino. O esa mujer de ojos negros como las moras que encontró hace poco entre los arbustos y que, según cuenta, le ha escondido la vara para que no vaya a hurgar en otras zarzas.

6 Responses

  1. Rosa Gómez Gómez

    ¡Que gracia! Así que ya no tiene la vara. Mejor, porque es un entrometido peligroso, sobre todo con los animales.
    Cada uno disfruta con lo que puede o quiere, pero la vara es mejor mantenerla lejos, muy lista la chica.

  2. Jajaja! Pues yo creo que, por mucho que le escondan la vara, si el viejo está por la labor seguirá hurgando por las zarzas aunque sea a mano. Así que ya pueden tenerlo bien vigilado esos ojitos negros.
    Me ha gustado mucho, Rafa, me parece estar viendo a mi abuelo paseando con su bastón por las huertas.
    Mucha suerte y un abrazo grande, grande.

  3. Paloma Hidalgo Díez

    Supongo que será una zarzamora jaja, esa que no quiere que encuentre a otra con la boca de frambuesa, mucha suerte para tu varado.
    ¡Saludos!

  4. Rosalía Guerrero

    ¡Cuántas cosas encuentra ese viejito con su vara! Hasta me sabe mal que se la hayan quitado, a saber todos los tesoros escondidos que todavía podría encontrar.
    Un abrazo y suerte.

  5. Ángel Saiz Mora

    Hay ocasiones en la que toca elegir, entre dsfrutar de lo encontrado, o perderlo ante la posibilidad de nuevos e hipotéticos tesoros. Algo me dice que el hombre ha optado por la primera opción, aunque haya de renunciar a la emoción de la búsqueda.
    Buena historia y buen uso de las ppsibilidades y variaciones de una palabra.
    Un abrazo y suerte, Rafa.

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