Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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34. Verano del 81

La felicidad para Luis era jugar al fútbol todo el día con los chicos del barrio, volver a casa sudoroso y beber agua hasta reventar sin haberse lavado aún las manos. También oír los goles cantados en la radio y compartir la victoria o restregársela por las narices a los del cuarto derecha. Las vacaciones surcaban el calendario comiéndose el verano como un buque gigante que parecía no avanzar. Mi padre se sacó el carné de conducir y corría eufórico, llaves en mano, ignorando que iba a hacerle un bollo al coche de mamá. Enrique, mi hermano mayor, con las pupilas brillantes sosteniendo una carta y voceando por toda la casa que lo exoneraban de la mili. Yo no le habría hecho ascos al cloro de la piscina, al picor de ojos o las quemaduras de sol como pruebas de un día bien aprovechado. Pero para mí la felicidad era mirar mi álbum de fotos. Tomas desde la ventana de partidos entre coches mal aparcados, imágenes movidas por la velocidad con la que Luis me empujaba la silla de ruedas por toda la casa celebrando una goleada. Para mí la alegría de aquel verano siempre fue algo estático y compartido.

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    «Cada uno es como es y cada quien es cada cual», que diría Serrat. Todos andamos con nuestras motivaciones personajes y circunstancias particulares, algunas muy condicionantes, pero por mucha diversidad que exista, tantas como personas, hay un objetivo común: la búsqueda de la felicidad. Tu relato demuestra que existen tantos caminos para llegar a ella como personas. Unos lo logran jugando al fútbol, mientras que a otros les gustaría sumergirse en una piscina y una discapacidad se lo dificulta, pero siempre hay lugar para el disfrute y la dicha.
    Un relato entrañable y positivo.
    Un abrazo, Mikel. Suerte

  2. A pesar de que cada cual disfruta de las cosas que le hacen feliz a su modo y manera, por lo que vemos en esta convocatoria, la felicidad se encuentra en cosas pequeñas, de apariencia simple pero vívidas y, en ocasiones, magnificada por el paso del tiempo. En tu texto hay maravillosos ejemplos de esas muestras individuales de felicidad, intensas, espontáneas y reconocibles, que crean un estupendo relato. Suerte y abrazos, Mikel.

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