74. Vida
Te veo pasar cuando sacas a tu precioso pastor alemán a pasear por el parque, por la mañana temprano, a mediodía y al atardecer.
Te veo pasar de regreso de la escuela , cuando vuelves a casa con los dos peques cogidos de tu mano, y te veo pasar a media mañana, cuando sales muy arreglada y con prisa a desayunar con… bueno, tú ya sabes, y entras en el bar del Kiko, esperando te atienda el amable camarero gaditano.
Te veo pasar cada vez que bajas a la calle a tirar la basura al contenedor gris de la esquina, y cuando vienes cargadísima del supermercado, al igual que al salir a correr por la avenida cada anochecer.
Te veo pasar al salir de tu coche aparcado en la plaza habitual, y cuando entras en la oscura portería del número 29.
Sí, desde este balcón minúsculo, te veo pasar. Siempre y a todas horas, en diferentes tonos y percepciones.
A ti, de graciosos andares, mirada traviesa y desafiante a la vez.
Desde mi balcón del silencio, siempre te observo viéndote pasar tal y como eres… la vida misma.
Es posible que se nos pueda catalogar en dos tipos de personas, o que todos seamos una de ellas en un momento y otra en otros: los que viven y los que observan. Tu protagonista pertenece claramente al segundo grupo, sin que parezca que tenga interés en formar parte del primero en algún momento, con especial fijación en una mujer de quien conoce sus costumbres hasta el detalle. Parece que lo hace por gusto, o porque no puede o no se atreve a tener otro tipo de interacción con esta persona, a la que suponemos idolatra. El objeto de su observación es una mujer, pero es la vida misma también, de la que ha elegido ser más espectador que actor.
Un saludo y suerte, Patricia
Muchas gracias