66. VIDA (Nieves Torres)
La luz que entra a través de la persiana ilumina tímidamente la escena. Ella duerme destapada, el pelo revuelto sobre la almohada. A su lado, la cuna de madera clara con el bebé dormido. Él los mira embobado desde la puerta con las llaves en la mano. Mira el reloj, ya es tarde. Desde la habitación se escucha el sonido de la puerta al cerrarse y unos segundos después el eco de las dos vueltas de llave queda flotando en el aire de la habitación.
Ella se levanta sin hacer ruido. Mira al bebé. Su piel sonrosada brilla con el reflejo del sol, que inunda de vida la habitación. Coge su diario y arranca la hoja en la que ha escrito la palabra ¡SOCORRO! Hoy, por fin, la hará volar hasta el patio de luces con dos renglones llenos de palabras que pesan más que el miedo.
Un relato con dos partes muy bien diferenciadas. En la primera, el escenario parece idílico, con un hombre que sale de casa, suponemos que a ganar el sustento para una madre y un bebé que quedan descansando amorosamente. En el segundo, una palabra escrita en mayúscula nos saca con un golpe seco e inesperado de ese ambiente que creíamos bucólico, para darnos cuenta de que las vueltas de la llave en la cerradura están asociadas a una reclusión forzada. La palabra con exclamaciones va acompañada de otras líneas, pero no necesitamos nada más para sacarnos del ensimismamiento y comprender que se trata de dos vidas que imploran una libertad que se les niega.
Una historia que causa tanta sorpresa como inquietud. Solo queda desear que algún vecino (nunca ese hombre) lea la misiva y avise a las autoridades, para que la madre y la criatura puedan tener derecho, de forma plena, a la palabra que da título al relato.
Un abrazo y suerte, Nieves.
Muchas gracias, Ángel, por tu comentario. No puede estar mejor explicado. Un abrazo
Él los mira embobado… qué manera más sutil de hablarnos de algo tan irracional como encerrar a una mujer con su bebé. Nos hemos quedado con ganas de más, Nieves. Te deseo mucha suerte guapa.