121. Viudas
A Juan lo mataron tan muerto que fue incapaz de ponerse en pie cuando sus innumerables viudas acudieron a despedirse.
Su madre, inamovible junto al cajón, disculpaba su aspecto, explicándoles que una bala en el corazón desencaja al más pintado. Y que su Juan no querría ser descortés, pero había razones de fuerza mayor para no recibirlas tal como se merecían.
De paso, les preguntaba si querían que sus nombres aparecieran en el epitafio que acompañaría a Juan hasta la eternidad. Algunas, por vergüenza, aceptaban pagar la suma que la mujer les reclamaba y asegurarse la participación. Otras, se negaban a ser un nombre más entre tantos. Juan ya las llevaría en su corazón, aducían. Con esa excusa no soltaban ni un céntimo y de paso se hacían las dignas,
Eso sí, todas lloraban dos lágrimas por cada ojo. Por el derecho, para que las viera la vieja; por el izquierdo, para que las viera el difunto, que nunca se sabe.
Después, guardaban el pañuelo entre los senos, mientras los reacomodaban elevándolos lo necesario como para alegrar un poco los negros escotes.
Genial, Patricia!! Plas, plas, plas. No he podido evitar entrarte a comentar después de leerlo. Me ENCANTA. Suerte y un abrazo.
¡Gracias, Eva! Es un gusto recibir un comentario así. Un abrazo
Un hombre con un encanto especial en vida, como lo demuestra esa legión de admiradoras enlutadas. Se deduce que como consecuencia directa o indirecta de alguna de esas relaciones, tan abundantes en número, ha recibido un balazo en el corazón. Una vida corta, pero intensa, como James Dean. Seguro que muchos firmarían.
Aprovecho para felicitarte también por aquí por tus éxitos literarios.
Un saludo y suerte
‘Muchas gracias, Ángel! Nos seguimos leyendo
Fantástico relato. Divertido, loco y personalísimo. Eleva el escote y el ánimo. Un aplauso.
¡Gracias, Reve! Un gusto y un orgullo recibir un comentario como este. ¡A elevar los escotes!
Qué bien relatado, Patricia. Me quito el sombrero ante tu maestría con las letras. Enhorabuena, un abrazo.
¡Gracias Belén! Tú no te quedas atrás. Es un honor estar rodeada de tan buenas plumas, y da muchas ganas de seguir escribiendo. Un abrazo
Epitafio con ironía y buen humor. Felicidades.
¡Muchas gracias, Cristina! Por leer y por comentar
Buenísimo, muy original. Enhorabuena.
¡Muchas gracias, Elisa! Me alegra que te gustara
Fantástico relato, donde la ironía y la hipocresía se dan la mano. Unos llantos disfrazados y unos generosos escotes enlutados que guardan esas lágrimas derramadas de falsedad.
Un don Juan venido a nada y que nada va a quedar de él.
Me encanta Patricia, tus letras son estupendas.
Un beso preciosa.
Muchas gracias, María Belén… Un beso enorme para ti también. Es un gusto saberte siempre por estos mundos
Patricia, tu Juan vivió sin duda, dejó muchos recuerdos (y viudas) al menos será recordado sin lugar a dudas…
Excelente tu humor.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Moli, por tu comentario y por asomarte a leerme.
Un abrazo
¡Enhorabuena!
¡Muchas gracias!, María José
Felicidades, Patricia, por este simpático relato y su aparición en el libro.
¡Gracias, Javier! Estar en el libro es algo muy especial, es cierto.
La primera frase me parece genial. El resto del cuento me gusta mucho. Felicidades una vez más, Patricia
¡Muchas gracias, Pilar! Me alegro que te gustara.
¡Enhorabuena! Me encanta ese estilo que me recuerda al realismo mágico. Me ha gustado.
Jajaja! Qué bien contado está tu relato. Muchas felicidades. Me encantó!
Me encanta este relato de realidad y magia, no había podido leerlo antes.
Felicidades