94. VISITAS NOCTURNAS
Como todas las noches sacudió la almohada con cuidado antes de aplastar el cogujón hasta la sábana bajera, un gesto repetido desde la infancia para mitigar su temor diario y secreto. Ni siquiera su mujer se había dado cuenta y él no tenía prisa por contárselo, para brindarle un argumento más que pudiera añadir a la retahíla de reproches cotidianos.
Quizá debería acudir a un especialista. Era plenamente consciente de su trastorno con un origen tan claro, el día de la caída de su primer diente. El desasosiego porque un roedor rondara tan cerca de su oreja se hacía ya insoportable y a su edad, sabedor de lo imaginario del ratoncito Pérez, la desazón muchas veces le impedía pegar ojo.
En un rincón del techo, oculta por una telaraña que la hacía invisible, una diminuta criatura lo observaba con tristeza a la espera de ser descubierta después de tantas décadas. Ni siquiera el abandono de su escondrijo revoloteando por la habitación, ni el brillo plateado de su cuerpecito de hada habían llamado la atención del ineficaz durmiente, que aferrado a su almohada era incapaz de levantar la vista y escucharla.
Jerónimo, bien contada esta historia de miedos y extrañas sensaciones. Por ellos se perdía parte de su fantasía y disfrute. Suerte y Feliz Navidad¡¡¡
Muchas gracias Calamanda. Ojalá este año nuevo podamos vencer miedos y escuchar a las hadas que se esconden cerca de nostros. Un beso grande y feliz Navidad!
Quien en la infancia no juega y sueña con inocencia; quien, en la edad adulta, no conserva algo de ese niño que fue, acumula una carencia importante y se le cierra una de las mejores vivencias: la imaginación, emparentada siempre con la ilusión. Los traumas y miedos provienen de experiencias que debieron tenerse y no se tuvieron, o no se experimentaron cómo deberían. Seguro que tú creíste en el famoso ratoncito, en las hadas y en todos los seres mágicos, de otra forma no serías como eres hoy ni habrías escrito un relato tan interesante como éste.
Suerte, un abrazo bien grande y felices fiestas, Jero
Muchas gracias Angel. Ya me gustaría tener tu magia y tu talento para encantar y conducirnos a los mundos de tus relatos. Yo con aprendiz de ratón Pérez me conformo . Feliz Navidad de todo corazón pars ti y los tuyos
A veces nuestros temores son una barrera que nos impide ver que más allá hay otras cosas. Mágicas o no, solo hace falta alzar la cabeza para verlas.
Tu relato me ha parecido una bella metáfora. ¡Suerte!
Muchas gracias Patricia. Levantar la vista un poco para ver allá un deseo para el año nuevo. Un gran abrazo
Miedos que adormecen la fantasía y atenazan la imaginación. Espero que el protagonista abra los ojos con la inocencia que no tuvo en la niñez. Gran relato, Jerónimo. Abrazos y felices fiestas.
Muchas gracias Salvador. A ver si todos abrimos nuestros ojos de niños para que ni se nos escapen tantas cosas importantes. Un gran abrazo
Pobre, si no me extraña el trauma, a quién se le ocurre semejante ocurrencia. Lo normal es que un niño se asuste de un ratón rondando de noche y no lo contrario. Y ahora el mal ya está hecho, ni las hadas consiguen arreglarlo…
Gracias por tu comentario Edita. Una pespectiva interesante. Un abrazo y feliz año!
Qué bonito….. Mi deseo para tu personaje es que algún día descubra a su hadita y con ella consiga superar su miedo.
¡FELIZ AÑO 2018!
Muchas gracias Isabel. Seguro que en cuanto levante la cabeza… Un beso grande