42 VOLVER A EMPEZAR (Belén Sáenz)
Acumulo bolsas con material en la sala de autopsias del que fuera Hospital General. Es un lugar espacioso, con buena superficie de trabajo y un instrumental extraño al que intento buscar utilidad. Además, me gusta el olor aséptico y me sosiegan los murmullos de los muertos. Esta mañana, la lluvia incesante de papel me ha vuelto a proporcionar una buena cosecha. He cazado páginas completas de manuales y cuadernos manuscritos e, incluso, algunas hojas de periódico volanderas. A mediodía, cuando al sol quebrado se le agota la luz, me refugio para reunir los fragmentos. Aunque pueda parecer irónico que esté intentando resucitar la civilización en un lugar tan fúnebre, sanar lo humano con urgencia por que no huyan los recuerdos, día a día constato que puedo ser la única persona viva en esta ciudad, en este país, en el planeta. Aun así, pensé que sería conveniente empezar por agrupar un código de leyes. Los olvidados derechos humanos y la Constitución mantienen el atractivo de mitos que se gestó tras su prohibición. Entremedias recorto palabras y letras sueltas cuando se me presentan machaconamente en la memoria algunos versos de Lorca o el comienzo del Quijote. Incluso estoy intentando escribir haikus.
Si hubiese que rescatar a la civilización tras un cataclismo habría que tratar de preservar lo mejor. Nada supera al lenguaje como medio de transmisión de normas comunes, capaz de dibujar la sensibilidad y de la fantasía. Lorca y Cervantes son eternos y merecen seguirlo siendo. Esta superviviente se aferra a las letras y hace bien, porque siempre son refugio, a las que encuentra en ese mundo destruido, a las que recuerda y a las que crea.
De una sociedad que prohibió los derechos humanos no puede esperarse nada bueno, pero por los humanos que pensaron y dejaron por escrito que todos somos iguales, por los que utilizaron el sistema de signos común que llamamos idioma para transmitir belleza, merece la pena intentar volver a empezar.
Un relato que enseña a no perder la esperanza a pesar de todos los pesares, que otorga a la palabra bien utilizada la importancia que tiene.
Un abrazo y suerte, Belén
Un trabajo de relojero minucioso, pero en tal situación no se ha buscado una mala disracción , pase lo que pase saldrá más leído. Vaya escenario nos has pintado Belén, suerte , abrazos
Trabajo en un hospital, no quiero imaginármelo como lo pintas. Tu relato camina por lo apocalíptico y lo onírico. Es inquietante y has pintado una atmósfera difícil de digerir. Muy conseguido. Suerte Belen.
Maravillosamente contada esta historia postapocalíptica. Enhorabuena, Belén
Ojalá esos haikus y su autora sean el germen de un nuevo y esperanzador comienzo (a mí me han recordado a las hojas nuevas de aquel olmo seco de Machado). Los objetivos y los referentes de partida son muy prometedores, desde luego. Mucha suerte con esa resurrección y también con tu magnífico y sugerente relato, Maestra. Un abrazo.
En este apocalíptico relato sobresale un rayo de luz y esperanza en ese intento de preservar lo mejor que hemos logrado los humanos: el reconocimiento de los Derechos Humanos. Aunque una vez más hayamos sido los desencadenantes de esa hecatombe. Muy buen relato, como todos los tuyos, Capitana. Un abrazo inmenso. Gloria