62. Vuelco al corazón
Cada vez que atendía un servicio se desdoblaba. Ya no era Rosario, la chica que trabajaba para pagarse los estudios y ayudar en casa, sino Gigi, la domadora de bestias. Destilaba sexo y poder con aquella ropa mínima y botas de látex que daban vértigo. Mantener ambas fachadas era un juego excitante que la hacía sentir viva, le aceleraba el pulso… hasta el día en que llegó a la habitación del hotel y quien le abrió la puerta fue su padre.
Holaaa, menudo susto, jeje. Me encanta, Toti. Muchas suerte para tí también. Besicoss
Toti pue vaya susto, me imagino la cara de los dos, pero más de una vez habrá sucedido. Suerte con el relato. Saludos
¡¡Pánico!! Jajajaja, muchas gracias
Toti, qué joyita traes. Me imagino la cara de ambos, y lo que me he quedado rumiando, ¿quién se sentirá peor? Un lujo leerte compi. Suerte que cruce el océano. Besazos.
Gracias Elenita querida… la mejor vibra para tu jamore bujo. ¡¡Besos!!