46. Vuelta a la guerra fría (Javier Igarreta)
Hacía frío, mucho frío. Un frío glacial. Ni los más viejos del lugar recordaban rigores parecidos. Tampoco había constancia de registros comparables en la serie histórica. Lo que de verdad enfriaba la convivencia era la sensación térmica. Con sólo nombrarla se hacía difícil romper el hielo. Los saludos se convirtieron en un gélido protocolo en vías de extinción. Nadie podía pensar con frialdad ante la crudeza de la rasca. Pero aquel clima polar no pudo impedir que algo se resquebrajara en la frágil escarcha mental de Gonzalito. Tras salir de la escuela, se dirigió corriendo a la taberna y exclamó sudoroso: “Hace calor”. Y se quedó tan fresco. Un escalofrío se apoderó de los que echaban la partida. Dejando la jugada congelada, Demetrio, el padre de Gonzalito, levantó la cabeza y, mirando fríamente al chaval, sentenció: “Este niño siempre tuvo la cabeza bastante calenturienta”. Fue toda una premonición. A la hora del noticiario, apareció en la pantalla el rostro radiante del hombre del tiempo. Empezó quitando hielo a la “terrible ola de frío”. Una vez caldeado el ambiente, trató de explicar la virulencia del fenómeno, achacándolo a la agresividad de un insidioso fake. Al parecer, procedente de Siberia.
Siempre hemos temido una guerra termonuclear en este mundo dividido en dos bloques aparentes, pero en los tiempos de sobreinformación que vivimos basta noticia falsa y mal intencionada para hacer mucho daño.
Por suerte, los niños son menos influenciables y mucho más inteligentes de lo que nos pensamos, además de sinceros, ellos no se dejan engañar.
Un relato muy bien construido, con palabras de doble sentido y expresiones del habla coloquial, con un divertido tono humorístico, cuando hacer reír no es nada fácil..
Un abrazo y suerte, Javier
Muchas gracias Ángel, por tu comentario. Como bien apuntas, parece que no podemos vivir sin alguna amenaza cerniéndose sobre nuestras cabezas, sea real o no. Un poco de humor nunca viene mal.
Un fuerte abrazo